El Mercado del Progreso de Caballito abrió en 1889. Merece visitarlo más allá de las compras.

 

Lo sabe todo turista que llega a Barcelona: el Mercado de la Boquería, en Las Ramblas, es un lugar al que se debe visitar. Y lo saben las agencias de turismo que los promocionan en París y en tantas otras ciudades del mundo, incluyendo el Mercado del Puerto, en Montevideo. Buenos Aires todavía conserva algunos que fueron y son no sólo centro de abastecimiento, sino referentes sociales en algunos barrios. Un ejemplo claro es el histórico Mercado del Progreso, en la avenida Rivadavia y Del Barco Centenera, frente a la plaza Primera Junta, en el corazón de Caballito. Seguramente para muchos turistas que visitan Buenos Aires el lugar ni figura en sus guías.

 

Lo inauguraron el 9 de noviembre de 1889 y ese día, dos bandas de música le pusieron sonido a la fiesta que terminó luego con un encuentro social donde puesteros, autoridades, vecinos y algunas personalidades brindaron por el hecho. La obra fue pensada por la Sociedad del Progreso de Caballito y ejecutada con un diseño que para su época era un ejemplo. La prioridad: higiene y ventilación, que se basaba en la orientación del edificio. En ese momento había 53 puestos y el pabellón central estaba dedicado sólo a carnes. En una galería lateral, el pescado fresco era la figura. La clave: mesadas de mármol y fuentes con circulación de agua. También en los laterales, puestos de frutas y verduras frescas y, hacia el frente, productos de almacén.

 

Desde su apertura, el Mercado del Progreso fue referente no sólo para Caballito sino también para los vecinos de Flores y Almagro. Y aunque el edificio mantiene mucho de su estructura original (lo que le aporta más atractivo) también incorporó reformas. Por ejemplo en los años 20 se integró el pasaje Coronda que supo ser la calle de servicio para carruajes. Allí se pusieron cámaras frigoríficas. Y en la década siguiente se decidió el cambio de la fachada dándole una imagen Art Decó. Hacia fines de los años 50 una crisis precipitó un acuerdo entre inquilinos y propietarios: se formó una sociedad anónima que compró el edificio y se encargó de su explotación comercial.

 

En 2001, el Mercado fue declarado de interés cultural por el Gobierno porteño. Y en eso no sólo influyó la actividad comercial sino la cultural que allí se desarrolla. Porque además de los 174 puestos interiores y 17 locales a la calle que están distribuidos en más de 3.500 m2, el Mercado del Progreso de Caballito suele ser escenario de shows musicales, muchos de gente joven que hace buen tango. Una buena excusa para conocer el lugar. Y de paso, hacer uso de la oferta gastronómica, consumiendo allí o llevando para casa.

 

Afortunadamente, el Mercado del Progreso no sufrió lo que debieron padecer otros mercados porteños como el Spinetto (en Moreno y Matheu), el del Centro (estaba en Sarmiento y Paraná) y algunos más. Y con toda su carga histórica se mantiene casi invicto como símbolo de una zona tradicional en el Oeste de la Ciudad.

 

También como símbolo de tiempos lejanos se puede mencionar a aquella famosa pulpería que, en 1804, don Nicolás Vila instaló en la actual esquina de Rivadavia y Emilio Mitre. El lugar era parada casi obligatoria de carretas y troperos que iban y venían por el Camino Real. Y su principal característica era una veleta con la imagen de un caballito, lo que terminó dándole nombre al barrio. Pero esa es otra historia.

 

Por Eduardo Parise / Clarín

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