Cerrado y practicamente abandonado en 1997, el edificio está en un avanzado estado de deterioro

El gobierno nacional  decretó que el Ministerio de Planificación Federal sea el “sujeto expropiante” del edificio del Molino y luego sea propiedad del Congreso Nacional. La obra del arquitecto  italiano Franceso Gianotti, donde funcionó la confitería ‘El Molino’ entre 1916 y 1997, es objeto de expropiación  por que se lo clasificó como  “utilidad pública”, para procurar la satisfacción del bien común, sea éste de naturaleza material o espiritual, como establece la ley.

El conjunto arquitectónico del barrio de Balvanera, fue declarado Monumento Histórico Nacional cuando se cerró, en 1997. Hace un siglo había sido construido con tecnología de punta, con su cúpula de hormigón premoldeado y un sistema de iluminación externo. El diseño y la dirección de obra fueron de  Palanti, autor entre otros grandes edificios de las Galerías Güemes, en su momento un rascacielos asombroso. Sus clientes habituales eran desde el senador socialista Alfredo Palacios que disfrutaba de café con medialunas, hasta el músico Carlos Gardel, que concurría a comer dulces.

Hoy, se lo ve abandonado, el exterior del edificio está recubierto con una tela rota azul, que envuelve la célebre marquesina de la confitería, una pieza de hierro y vitrales. Unos unos pocos departamentos siguen teniendo inquilinos que padecen la falta de agua y gas;  y  la electricidad es a través de un cables que van por las escaleras desde una caja suministradora en la planta baja. La confitería está cerrada a candado y el tercer subsuelo se inundó hace años por un problema de napas. La familia propietaria, los Rocatagliatta, no ha hecho inversiones, pero con la noticia de la expropiación, estarían dispuestos a vender, auque antes habían rechazado varias ofertas de compra.

La expropiación fue transformada en ley en diciembre de 2014, por iniciativa del presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez (FPV), que retomó un proyecto del ex senador Samuel Cabanchik  (CC) que había sancionado el Senado.  En diputados la ley se aprobó por unanimidad.

De acuerdo a la ley, el inmueble debe destinado a dos actividades principales: gastronomía y cultura. “El subsuelo y la planta baja deberán ser concesionados para su utilización como confitería, restaurante, local de elaboración de productos de panadería, pastelería o cualquier otro uso afín a dichas actividades.” Y el resto del edificio a: “1. Un museo dedicado a la Historia de la “Confitería El Molino” y el rol que ésta tuvo en el crecimiento y consolidación de la democracia argentina 2. Un centro cultural a denominarse “De las Aspas”, dedicado a difundir y exhibir la obra de artistas jóvenes argentinos que no haya sido expuesta públicamente en ningún medio”.

La obra sería encargada a la Comisión para el Estudio, Proyecto y Ejecución de Tareas de Restauración y Recuperación Edilicea del Palacio del Congreso (PRIE). Este grupo ha encarado la restauración de los interiores del Congreso y cuenta con 120 restauradores ya entrenados. El PRIE, diseñó un plan de acción para contener de inmediato la situación del edificio del Molino.

La primera medida sería armar andamiajes con bandeja de protección peatonal que apuntale la marquesina. Esta estructura de hierros y vitrales está cerca del colapso. El andamio será de caño y nudo, con soleras de apoyo, y una bandeja de protección en un ángulo de 45 grados,para atajar cualquier desprendimiento. La pieza cubrirá 31 metros de vereda sobre Callao, casi 10 m2 en la esquina y 13 m2 sobre Rivadavia.

Luego se revisarán los techos e instalarán una cubierta provisoria para evitar la entrada de agua. Al mismo tiempo se verá cómo fueron interrumpidas los servicios de agua, luz y gas. Se estudiará el subsuelo inundado, para frenar la entrada de agua. Una vez contenido el edificio en sus peores problemas, se hará un plano de crisis, relevando minuciosamente las fachadas, con un equipo de la Universidad Nacional de La Plata