La popularización de los teléfonos inteligentes han dado un nuevo impulso a este delito.

Ayer cinco delincuentes fueron detenidos por la Policía de la Ciudad por robar celulares. Los arrebatadores que operaban en Balvanera y Recoleta, fueron los que protagonizan algunos de los más de 5.000 casos por día que se registran en Buenos Aires.

Estos productos se vuelcan al comercio ilegal,  que de acuerdo al  Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), mueve más de 200 millones de pesos mensuales. Ayer, los efectivos policiales de la comisaría 19ª de Recoleta fueron alertados por una mujer, quien explico a los oficiales que minutos antes varios hombres le habían arrebatado el teléfono celular en la vía pública y se habían dado a la fuga en una camioneta.

Con las características del rodado aportados por la víctima, los agentes comenzaron con las tareas de búsqueda de los sospechosos, logrando ubicar al vehículo estacionada en un garaje. Mediante la presencia de dos testigos se realizó una requisa a los cinco jóvenes que se encontraban en el interior de la camioneta, hallando en su interior diez teléfonos celulares, la suma de 5.000 pesos aproximadamente, además de moneda extranjera. Los imputados, de nacionalidad argentina, uruguaya y colombiana fueron trasladados y el caso quedó en manos del Juzgado de Primera Instancia de Menores número 1.

El destino de la mayoría de los celulares robados son talleres electrónicos clandestinos donde modifican sus códigos de Identidad Internacional de Equipo Móvil (llamados IMEI por sus siglas en inglés) mediante programas que alteran su configuración en las redes. Así los ‘liberan’ del rastreo, para poder utilizarlos con otros números de teléfono. Aunque muchas veces los arrebatadores más inexpertos venden los smartphones a precios muy bajos, ya que los entregan a estos intermediarios. La necesidad de sacarle el IMEI se debe a que hay una base de datos donde se encuentran estos números de denunciados como robados.