Allá donde los límites de la ciudad se confunden con los del conurbano, entre los arcos blancos y amarillos del puente Alsina y sobre las aguas renegridas del Riachuelo, se trabaja para tratar de concretar un nuevo proyecto de integración.

 

Un centro cultural para llegar a los 150.000 habitantes de los sectores más postergados de la ciudad y de la provincia. Una escuela de tango, otra de acrobacias circenses y una tercera de muralismo forman parte de la iniciativa, que estaría lista para principios de agosto. Para la fiesta inaugural está previsto un concierto de Daniel Barenboim, con entrada libre y gratuita.

 

Nueva Pompeya, desde la margen porteña del Riachuelo, y Villa Fiorito, desde la provincia de Buenos Aires, concentran barrios y asentamientos desprotegidos y postergados. Llegar a sus habitantes es el objetivo que se propone para este centro cultural. Por eso, trabajan en forma conjunta el Ministerio de Cultura porteño y la Secretaría de Hábitat e Inclusión de la Ciudad.

 

Los responsables de ambas áreas afirman haberse inspirado en el modelo de la ciudad de Medellín, Colombia, donde a través de trabajos similares se lucha contra la violencia y el abandono.

 

Cada área de desarrollo del proyecto tendrá un rol específico y fue diseñada para satisfacer necesidades culturales en peligro de extinción y, a la vez, facilitará la integración de los vecinos.

 

Una de las escuelas de este particular centro cultural, será el Polo Bandoneón, que funcionará en parte de los 770 metros cuadrados del puente. Fue pensado para la preservación del tango como patrimonio inmaterial de la humanidad a través del bandoneón, el violín, el contrabajo y el piano, que, entre otros, integran cualquier orquesta típica.

 

Ya se adquirieron 50 bandoneones que serán utilizados para dar clases a los alumnos en seis aulas diferentes. El instrumento tuvo su origen en Alemania y los mejores -y pocos- fabricantes argentinos se encuentran en San Telmo, Parque Patricios y Valentín Alsina. En el centro cultural también habrá talleres de luthería, donde se enseñará el arte de la fabricación y arreglo del bandoneón.

 

“El oficio se fue perdiendo y hoy quedan pocos expertos. Lo ideamos con una doble función: la integración de los sectores marginados y la preservación del bandoneón como eje del tango”, explicó el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi.

 

Al estar en el límite entre la ciudad y la provincia, el centro cultural alcanzará a una población estimada en 150.000 personas, principalmente de los barrios Los Piletones, Fátima, Cildáñez y Pirelli; las villas 20, 16, Ciudad Oculta y 17, y los asentamientos Lacarra, Los Pinos, La Esperanza, Scapino y Bermejo.

 

“Aspiramos a que el programa toque a diferentes sectores de la zona”, especificó Lombardi.

 

Inspirado en el modelo que utilizó la ciudad de Medellín, en Colombia, para integrar los barrios de emergencia al resto de la sociedad sin estigmatizarlos, el plan del puente Alsina incluirá otros dos ejes artísticos.

 

Uno de ellos será el Polo Circo, donde habrá una escuela de acrobacia de altura con profesores que serán asesorados por la Escuela de Circo de Marsella.

 

El tercer eje, en cooperación directa con la Sechi, serán los talleres de muralismo y restauración de fachadas, una técnica vinculada al mosaiquismo con la utilización de pequeños trozos de mármoles.

 

Esta idea apunta a recuperar la autoestima de las personas que viven en barrios de emergencia, porque en el puente Alsina se les darán los conocimientos para que los vuelquen en sus viviendas con los diseños y colores que deseen.

 

“La cultura es una herramienta fundamental para la inclusión. El objetivo que nos trazamos juntos es poder lograr que la comunidad se apropie del lugar y que sea una plataforma de actividades”, explicó la secretaria de Hábitat e Inclusión, Marina Klemensiewicz. “Entendemos que el hábitat y la transformación urbana, con el contenido que daremos dentro del puente Alsina, refuerzan la presencia territorial del Estado en las villas, las políticas de inclusión y el urbanismo social. Es una oportunidad para consolidar este modelo”, agregó.

 

La refacción y puesta en valor del puente Alsina se programaron en dos etapas. Se intervinieron 620 m2 con tareas de limpieza, demolición y obras de consolidación de paredes, instalación eléctrica y sanitaria, modernización de las instalaciones y puesta en servicio del ascensor. La segunda etapa, que está en pleno proceso, prevé la puesta en valor de los sectores donde funcionarán el taller de bandoneón, la pista de baile, oficinas y áreas de seguridad.

 

Por Mauricio Giambartolomei | LA NACION

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