La muestra Escrituras en el aire invita a un recorrido por un conjunto de piezas de la producción escultórica de León Ferrari. Se trata de una selección que se conecta con sus obras relacionadas con la escritura. El artista argentino, al momento de fallecer en 2013, fue considerado por el periódico norteamericano The New York Times, era uno de los cinco artistas plásticos más provocadores e importantes del mundo.
La serie que se expondrá desde el jueves 18 de agosto en el Centro Cultural Borges, despliega parte de la cosmovisión de Ferrari, quien dedicó su vida a denunciar con valentía, rigor y genio artístico que fue la causa de sus mayores preocupaciones: los daños provocados por la religión, las dictaduras, la intolerancia y la guerra, y sus consecuencias.
Ezequiel Grimson, director del Centro Cultural Borges, expresó: “León Ferrari, más allá de toda discusión, es uno de los más originales y extraordinarios artistas argentinos. Esta exposición, curada por Yaya Firpo —artista y su más cercano colaborador—, nos ofrece a la contemplación una serie de creaciones suspendidas en el aire. Abstractas, aéreas, geométricas, contrastan con una única pieza instalada en el piso: Huesos, un objeto escultórico compuesto por réplicas de huesos humanos que evoca la tragedia argentina y el compromiso con las banderas de memoria, verdad y justicia. El agnóstico León Ferrari, hijo del inspirado pintor y arquitecto de iglesias Augusto Ferrari, hace aquí materia de su obra restos de cuerpos arrasados, enjaulados, junto a formas etéreas entretejidas con alambres, maderas y aceros, en una aproximación al enigma de la redención desde la belleza y el arte”
La muestra, organizada junto a la Fundación Augusto y León Ferrari, dialoga con otro de los espacios del Centro Cultural, donde se viene exhibiendo desde marzo la reconocida serie Nunca más, del mismo autor. La exposición se puede visitar de miércoles a domingo de 14 a 20 en la Plaza de las Artes, ubicado en el segundo piso, con entrada gratuita por Viamonte 525, Buenos Aires
La grafía en la obra de Ferrari
La grafía que Ferrari despliega en sus obras es entendida como la representación de la palabra, como una forma de fijar lo efímero de ese sonido al que se le adhiere una imagen y un concepto o como la imagen acústica a la que se le suma un significado. De la escritura, el artista solo toma la grafía; su sentido permanece oculto, no distinguimos letras y menos aún palabras. Juega con el espacio, el volumen y la proyección y propone una experimentación con las formas visuales para incitar a quien las mira a detenerse, a conmoverse y a tomar posición.
Sin duda, León Ferrari fue un artista que creyó en la funcionalidad, en la utilidad del arte y buscó generar conciencia para lograr un efecto fuertemente crítico sobre el estado del mundo.
Yaya Firpo, curadora
Una maraña de líneas surca el espacio. Un lenguaje ilegible, pero con una fuerte intención, propone un grafismo encriptado que quizás no busca ser traducido. Como rayos, miles de direcciones metálicas y brillantes generan una infinidad de posibilidades a la hora de elegir un rumbo de lectura dentro de las tres dimensiones. Hay fuerza, hay tensión. Una descarga enérgica se posa sobre el material. El artista arremete una y otra vez contra el alambre, lo dobla, lo domina, lo hace dar vueltas y, sin mirarlo directamente a los ojos, lo conduce. Las manos tiernas y los movimientos lentos lo engañan y lo someten una y otra vez a reacomodarse en un interminable estrangulamiento expresivo.
Durante años vi a León trabajar en estas obras. Lo observaba y algo me decía que él no estaba en esta dimensión. Se transportaba, viajaba, visitaba otros espacios, otros tiempos al encuentro de ideas, personas, momentos. Tal vez haya recorrido caminos en el pasado para dar batalla a viejos demonios, o quizás decidió visitarnos hoy para escribirnos en el aire un hermoso poema.
Sobre León Ferrari
Creador multifacético, León Ferrari (1920-2013) fue uno de los artistas argentinos más originales y relevantes de la historia reciente. Autodidacta, comenzó a trabajar en los años 1950 con cerámica y tallas en madera, para incorporar luego diversos materiales y soportes. Posteriormente, dio inicio a las llamadas escrituras abstractas, obras que siguió realizando a lo largo de toda su carrera.
En 1965 produjo una de sus piezas más controvertidas: La civilización occidental y cristiana, una imagen de Cristo crucificado sobre un bombardero estadounidense, una potente denuncia de la relación existente entre religión, política y violencia en la cultura occidental. A mediados de los años 1970, Ferrari dejó la Argentina a causa de la dictadura militar y se radicó en San Pablo, Brasil, donde continuó sus experimentaciones vanguardistas en el campo de las artes visuales. Con el retorno de la democracia, en la década de 1980, volvió a la Argentina y se instaló definitivamente en Buenos Aires. Llevó a cabo exposiciones individuales y colectivas en los más importantes centros y eventos artísticos del mundo, como la documenta de Kassel, la Haus der Kulturen der Welt (Berlín) y el Museo Ludwig (Colonia), en Alemania; la Pinacoteca do Estado y la Bienal de San Pablo, en Brasil; el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), en España; el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en Argentina; la Smithsonian Institution (Washington D. C.), en Estados Unidos; la Bienal de La Habana, en Cuba, y el Museo de Arte Carrillo Gil, en Ciudad de México, entre muchos otros.
En 2007 recibió el León de Oro al mejor artista en la 52.a Exposición Internacional de Arte Bienal de Venecia, en 2009 realizó una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y en 2010 fue invitado de honor en Les Rencontres d’Arles, en Francia, ocasión en la que presentó una gran retrospectiva de su obra.
En 2008, junto con su familia, creó la Fundación Augusto y León Ferrari. Arte y Acervo, encargada de preservar el legado de ambos artistas. Durante sus últimos años trabajó intensamente y realizó numerosas donaciones de obras a entidades públicas y sin fines de lucro.
Falleció en la ciudad de Buenos Aires el 25 de julio de 2013 a los noventa y dos años.