Delhi, en la India, es considerada la ciudad más contaminada de acuerdo a las mediciones.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que muchas ciudades del mundo, incluso algunas de las más contaminadas, no recogen información ni notifican la calidad del aire ambiente. Por lo tanto, la OMS no puede comparar las ciudades en función de los niveles de contaminación del aire ambiente.

Para calcular el grado de intoxicación, la OMS mide la concentración ambiental de partículas menores a 2,5 micrómetros (cien veces más pequeñas que el cabello humano). Pueden ser de polvo, cenizas, hollín, metal, cemento o polen, y son lo suficientemente pequeñas para entrar al organismo por las vías respiratorias, y tan grandes como para causar problemas.

Se estima que a partir de los 10 ug/m3 (microgramos por metro cúbico de aire) pueden desencadenar efectos nocivos sobre la salud. El promedio mundial está muy por encima del máximo recomendable: 71 ug/m3.

La OMS ha reunido información sobre la contaminación atmosférica urbana recopilada por ciudades de todo el mundo, con el fin de crear conciencia y propiciar respuestas apropiadas para proteger la salud pública contra los efectos nocivos de la contaminación del aire ambiente.

De acuerdo a las cifras recogidas por ciudades en los que se ha medido, el ranking sería el siguiente: lo encabeza Nueva Delhi, capital y ciudad más poblada de la India. Segunda a nivel mundial, con 25,7 millones de habitantes, tiene una concentración promedio de partículas menores a 2,5 micrómetros de 153 ug/m3, 15 veces más de lo saludable.

La lista se completa con Patna (149 ug/m3), Gwalior (144 ug/m3), Raipur (134 ug/m3), Karachi (117 ug/m3), Peshawar (111 ug/m3), Rawalpindi (107 ug/m3), Ahmedabad (100 ug/m3), Lucknow (96 ug/m3) y Kanpur (93 ug/m3).

Ocho de las diez ciudades más contaminadas del mundo estarían en la India. Este país tiene características muy particulares: en pocas décadas, pasó de ser uno de los más pobres a uno de los más ricos, merced a un vertiginoso proceso de industrialización y expansión poblacional.

Este acelerado desarrollo no estuvo acompañado de un fortalecimiento de las instituciones estatales, garantes de que las actividades económicas se realicen respetando leyes y estándares de calidad, para que no pongan en riesgo la salud de la gente.

Las diez ciudades -de al menos un millón de habitantes- con menor contaminación en el planeta son todo lo contrario. Se encuentran en países con Estados fuertes, en los que la vida social está mucho más regulada y armonizada. No es casual que sus poblaciones se encuentren en el tope mundial del Índice de Desarrollo Humano.

Primera está Vancouver, en Canadá, con sólo 4,3 ug/m3. En segundo y tercer lugar hay dos urbes australianas, Melbourne (4,8 ug/m3) y Sídney (5,2 ug/m3). Luego están Ottawa, Canadá (5,7 ug/m3); Nagoya, Japón (6 ug/m3); Shizuoka, Japón (6 ug/m3); Brisbane, Australia (6,3 ug/m3); Sendai, Japón (6,4 ug/m3); Estocolmo, Suecia (6,7 ug/m3); y Oporto, Portugal (6,8 ug/m3).

En América del Sur, se considera a la ciudad menos contaminada a la brasileña Salvador (Estado de Bahía), ya que tiene el mejor nivel de aire (9,2 ug/m3); y es un sitio turístico por excelencia gracias a sus famosos carnavales y a las extensas playas de arenas blancas y finas, con pocas industrias. Sus casi un millón de habitantes tienen gran respeto por el medio ambiente. El resto son Cali, Colombia (12,9 ug/m3); Guadalajara, México (13,4 ug/m3); San José, Costa Rica (14,8 ug/m3); Vitória, Brasil (16,3 ug/m3); Buenos Aires, Argentina (16,4 ug/m3); Campinas, Brasil (16,8 ug/m3); Curitiba, Brasil (17,1 ug/m3); Montevideo, Uruguay (18 ug/m3); y Quito, Ecuador (18,4 ug/m3).

Las más contaminadas; Cochabamba, Bolivia, con 40,7 ug/m3 y Lima, Perú, con 37,9 ug/m3.

La OMS busca que las ciudades, que quizás no están en el índice, a que recojan y divulguen información sobre la calidad del aire ambiente, pues este es el primer paso decisivo para determinar si existe un problema de contaminación y empezar a aplicar medidas correctivas. Las ciudades cuyas autoridades han invertido en la capacidad para monitorear y notificar regularmente las mediciones de la calidad del aire son el paso para el compromiso de afrontar los problemas de calidad del aire y la salud pública.