El artista Leandro Erlich, un genuino ilusionista, logró un Obelisco truncado poniendo, por encima del ápice, una construcción metálica que oculta la punta e imita al material del monumento que genera la ilusión de que el Obelisco termina de manera cúbica. Además “trasladó” la punta a la entrada del Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires).

El Obelisco no fue construido para ser visitado, pero ahora se lo puede hacer gratis en el Malba en Avenida Figueroa Alcorta y San Martín de Tours: con la instalación en dos actos, La democracia del símbolo, es posible imaginar una excursión hacia arriba, sin necesidad de subir por su escalera que siempre ha suscitado ‘mitos urbanos’ para los fantasiosos.

La sorpresa para los porteños que transitaron el centro de la ciudad y vieron el monumento intervenido fue por obra de  distintos ministerios del gobierno de la Ciudad, el Malba y la empresa Fate. Estos dos últimos lo financiaron: la obra requirió un año de producción, la participación de ingenieros, el artista y sus asistentes ; además de las grúas y los permisos para habilitar esta tapa de hierro, que pesa 3 toneladas.

La obra tiene dos partes: la primera en en el obelisco y la segunda, en la vereda del MALBA:  allí se puede entrar al ápice que falta en el monumento. Adentro hay cuatro pantallas de video en en 4K (muy alta definición) que proyectan lo filmado desde las propias ventanas del Obelisco real.

Erlich contó a Clarín: “Quise generar la posibilidad de cumplir la fantasía de conocer el Obelisco por dentro, democratizar el acceso. Es algo que nunca pudo hacerse, porque en su interior no están dadas las condiciones para que el público entre, hay una escalera muy pequeña y, además, el Obelisco nunca fue pensado para eso”.

El Obelisco fue construido en 1936 con motivo del cuarto centenario de la fundación de la ciudad.  Diseñado en el conjunto de una ciudad moderna, junto con la traza de las diagonales, el ensanche de la calle Corrientes y la creación de la avenida Nueve de Julio.

El intendente Mariano de Vedia y Mitre encargó en febrero de 1936, sin llamado a concurso público, la construcción del Obelisco al arquitecto Alberto Prebisch, quien lo emplazó en la Plaza de la República, de forma circular en ese entonces.

La empresa alemana Siemens lo construyó en tiempo récord:  60 días. El monumento de 67,5 metros de altura no coincidía con el gusto de una sociedad que, seguía construyendo palacetes porque amaba el estilo clásico académico francés.

En 1938, luego de un acto escolar, se cayeron dos filas de lajas, cuestión que fue un escándalo y generó mayor rechazo entre los porteños. Entonces el  Concejo Deliberante de la Ciudad ordenó la demolición del Obelisco, que fue vetada por el intendente Arturo Goyeneche.