En su segunda edición, “Buenos Aires en Vinilo” promete nuevos discos viejos, joyas inconseguibles y música en vivo. Un espacio enteramente dedicado a comprar y vender los revalorizados Long Plays.

 

En tiempos en que la música viaja cada vez más en un reproductor de mp3 y las disquerías se convirtieron en una rara especie, la propuesta de “Buenos Aires en Vinilo” es tan inusual como provocadora: ser un espacio para que los melómanos compren y vendan sonidos en su formato de reproducción más fiel.

 

“No había una feria que representara fidedignamente los vinilos y que se dedicara enteramente a ellos. Por eso decidimos hacer una”, cuenta Juan José Rodríguez Molas, uno de los organizadores de este evento programado para el 26 de abril de 11 a 22 en The Roxy (Niceto Vega 5542). “La idea fue darle una identidad a la feria, recrear la disquería clásica en un marco mucho más grande”, explica.

 

Esta segunda edición de “Buenos Aires en Vinilo” promete, como la primera, discos inconseguibles, música en vivo y joyas para todo el que sepa apreciar un formato que casi se extingue en los noventa pero que regresó triunfalmente en los últimos años. A punto tal que su demanda basta para llenar toda una feria y su valor aumenta cuanto mayor es la dificultad para conseguirlo o más extraordinaria es la historia que encierra.

 

No es para sorprenderse entonces si la edición original de “Artaud” de Pescado Rabioso, con esa caja irregular que se resistía a entrar en las bateas, cueste cerca de 10.000 pesos. O que se llegue a pedir más de 30.000 dólares por el compilado “Yesterday and Today” de Los Beatles, cuya tapa fue censurada con un sticker porque a la discográfica le pareció demasiado ver a la banda rodeada de trozos de carne y miembros de muñecos. O que los coleccionistas estén dispuestos a pagar grandes sumas por el casi inconseguible “Volumen 1” de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll.

 

Pero no todo es romanticismo o nostalgia. También hay razones técnicas para que el vinilo sea el formato preferido de musicómanos y coleccionistas de discos. Como explica Rodríguez Molas, “su rango de audio es mucho más amplio que el de un CD. Permite escuchar más cosas, es más cálido, tiene más color”.

 

Aunque para traer discos de afuera no haya que pagar grandes impuestos, las restricciones a las importaciones y las complicaciones en los envíos dificultan la compra de material de calidad, reconoce Rodríguez Molas. Otra razón de peso para buscar los vinilos en una feria más que en un sitio de subastas en Internet.

 

Porque si algo tienen en común los amantes de este formato es justamente la búsqueda, escuchen jazz, punk o rock. Una búsqueda tan placentera como el inevitable ritual que sucede al encuentro con el vinilo anhelado: abrir la caja, sacar el disco, poner la púa. Y disfrutar.

 

Por karina Niebla

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