Tras permanecer cerrado por seis años, el hogar del escritor entre 1929 y 1957 volvió a abrir sus puertas totalmente renovado, luego de un proceso de restauración que costó cuatro millones y medio de pesos.
Tras diez meses de trabajo a cargo de la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos de la Secretaría de Cultura de la Nación, los visitantes podrán recorrer la casona de dos plantas, ubicada en Charcas 2837, con espacios renovados, que combinan elementos de la decoración original del hogar del escritor y educador.
La importancia de la reapertura de este edificio, obra del arquitecto Angel Guido, no sólo radica en la recuperación de un espacio público, sino también que ésta casa será a partir de ahora escenario de debates, investigaciones, foros y una biblioteca, tal como soñó Rojas (1882-1957) cuando pensó en donarla al Estado Nacional, acción que realizó su esposa, Julieta Quinteros en 1958.
“Esta reapertura es un encuentro entre la piedra, la palabra y el pensamiento, una fórmula indestructible. Es un proyecto que expresa un modelo de país como los miles de metros cuadrados construidos y renovados en espacios culturales. Es cuidar la herencia de todos los argentinos”, dijo Jorge Coscia, secretario de Cultura de la Nación.
La casa se integró a los Museos Nacionales el 28 de abril de 1958 y fue declarada Monumento Histórico el 29 de mayo de ese mismo año. En su interior, el autor de “Historia de la Literatura Argentina” dejó alrededor de 20.000 libros “valiosos e importantes y 100.000 documentos que estamos catalogando”, contó Mario Goloboff, el flamante director del Museo, también escritor, docente e investigador e integrante de Carta Abierta.
“Vamos a orientar las actividades culturales, aparte de las museológicas que es mostrar la casa y su acervo cultural. Rojas lo legó para que fuera un lugar de investigación y debate de ideas. Pienso orientarlo al debate de ideas suyas sobre América latina como el indoamericanismo, los componentes nacionales, el estudio de la historia y la historia de la literatura”, adelantó.
El rector de la Universidad de Buenos Aires durante el segundo mandato de Hipólito Yrigoyen dejó un “vasto campo de investigación y debate”, dijo el nuevo director designado por Coscia quien planea ciclos, foros de pensamiento latinoamericano y cursos sobre literatura de los pueblos originarios para 2014 para darle vida a este nuevo espacio recuperado.
Una de las personas clave en esta reapertura fue Elina Tassara, coordinadora del Área Técnica de Patrimonio de la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos y al frente del proyecto de puesta en valor, quien contó que en la casa había “filtraciones, humedad, era inaccesible, estaba prácticamente abandonado. Entró en emergencia cultural”.
La recuperación, que costó 4.500.000 pesos, se hizo en todos los espacios. “Se pusieron en valor interiores y jardines, hubo una intervención museográfica y museológica, hay un nuevo diseño señalético y multimedial e interactivo, con pantallas táctiles”, agregó la arquitecta que participó en la renovación de la Capilla Sixtina.
Esta residencia cuyo fachada es similar a Casa de Tucumán, en su interior imita un palacio altoperuano, que materializa la doctrina Euríndica, un neologismo creado por Rojas que sirvió para designar su teoría cultural, según la cual en América existen influencias indígenas y europeas, que actúan sobre el ser nacional.
Inspirada en esta idea estética que impulsaba Rojas, su amigo Angel Guido -uno de los creadores del Monumento Nacional a la Bandera en Rosario-, fue el encargado del proyecto de su casa en estilo neocolonial, que comenzó en 1927 y que finalizó en 1929.
Tras una puerta cancel con motivos incaicos, el visitante entrará a un patio arequipeño de recepción, luego hay una sala colonial, un patio español y el comedor. La casona alberga una biblioteca incaica y el escritorio de Rojas, mientras que el piso superior, se exhibe otra biblioteca, una salita íntima y el dormitorio.
“Rojas convirtió su casa en una prueba de su pasión americanista. Es un espacio simbólico para los argentinos, es una mirada al pasado y hacia adentro, porque eran gente que miraba las tradiciones diaguitas, chacosantiagueña, incaica”, sostuvo Alberto Petrina, director Nacional de Museos y Patrimonio.
Durante los próximos meses, el museo exhibirá (de martes a sábados de 11 a 19) la muestra “Angel Guido y la construcción de la Casa de la calle Charcas” un homenaje al arquitecto americanista, al proceso constructivo, al intercambio de ideas y a la mutua admiración entre Guido y Rojas.
“En la casa estaba toda la documentación y los planos del proyecto, así como las especies originales que se plantaron y que ahora también están en los jardines”, dijo Tassara sobre estos papeles, un tesoro a la hora de la recuperación.
En esta muestra temporaria se puede observar que el contrato de construcción es coincidente con el álbum fotográfico de 1931, enviado por la familia Guido a Julieta Quinteros de Rojas, además hay bocetos de la casa, cartas, facturas de proveedores e inclusive los comprobantes del crédito hipotecario que Rojas tomó para la financiación de su vivienda.
Para Goloboff, la figura de Rojas es “muy importante, quizás más de lo que se la considera hoy. Era polémico, pero original, con una mirada viva, con inquietudes como el indoamericanismo. El fue uno de los primeros que habló de nuestros orígenes indoamericanos porque no sólo bajamos de los barcos”.
“Rojas era un investigador inquieto, fundador de pensamiento, de cátedra, de instituto, de la historia de la literatura argentina. Fue un organizador y sistematizador de etapas de la cultura nacional como la gauchesca y uno de los primeros que vio `El Martín Fierro` como la saga nacional. Pero, quedó olvidado”, dijo Goloboff.
Sin duda, una de las misiones de la recuperación de este patrimonio es, tal como subrayó, su nuevo director “tomar el pensamiento de Rojas y analizarlo con lo que está en discusión hoy en Argentina: la cuestión nacional y latinoamericana, los orígenes, la historia, la literatura y la memoria”.