El 17 de noviembre, la presidenta Tsai Ing-wen visitó el Museo de la Cultura del Té Hakka de Taiwan, ubicado en Taoyuan, que forma parte de los esfuerzos del Gobierno por revitalizar la cultura hakka e impulsar el desarrollo de la industria de dicha etnia en este norteño distrito.
El museo está íntegramente dedicado a preservar el legado de la identidad Hakka —una minoría étnica y lingüística china. Se sitúa en un pequeño enclave rural cuya población, según la tradición, renunció a la agricultura para hacerse experta en la construcción con piedra. Esta tradición determina, en parte, la forma y la materialidad del edificio, que está formado por grandes muros de mampostería dispuestos en continuidad con la pendiente del terreno, allí donde el caserío deja paso ya al paisaje.
La conexión con el paisaje es uno de los rasgos principales del museo, cuyas paredes delimitan una secuencia de espacios definidos por su diversa permeabilidad. Así, uno de los muros se abre para conectarse, por su parte superior, a un canal de riego preexistente, de manera que ciertos días pueda crearse una cortina de agua en el interior del edificio.