En promedio, a nivel global, las personas convivimos más de 20 horas al día en interiores y por eso, el 31 de mayo se celebra el día mundial del diseño interior. Los espacios y los coloren influyen directamente en nuestro bienestar y estado emocional, afirman expertos en diseño interior. Incluso, dentro de la psicología ambiental, existe una rama que se especializa particularmente en estudiar y profundizar sobre los efectos que generan en las personas el diseño interior y la arquitectura.
Cuando salimos a la calle, por ejemplo, todos somos conscientes de cuánto el exterior puede impactar en nuestro estado de ánimo y en la manera de abordar nuestro día. “El ruido, el tránsito, el clima. Son todos factores incontrolables que nos atraviesan y predisponen, para bien o para mal. Pero ¿nos damos cuenta de cuánto impacta el layout de los espacios cerrados en nuestro bienestar integral?”, introduce María Fernanda Domato, arquitecta y especialista en colores de la empresa de pinturas Tersuave.
De acuerdo con datos publicados por la Encuesta Nacional de Patrones de Actividad Humana (NHAPS) de Estados Unidos, las personas pasamos aproximadamente 21.6 horas al día en ambientes cerrados. En otras palabras, podemos decir que el 90% de nuestra vida la desarrollamos en interiores.
Colores inteligentes, espacios inteligentes: el bienestar de lo controlable
A partir de esto, es indudable entonces pensar que, si el “caos del afuera” – lo incontrolable e inalcanzable- es capaz de influir tanto en nuestro mood, cuánto más lo puede hacer el “adentro” -lo controlable y alcanzable- donde pasamos la mayor cantidad de nuestro tiempo. “Y acá podemos spoilear una muy buena noticia”, expresa la arquitecta Domato. “Por suerte, tenemos el poder de hacer que esos interiores nos impacten para bien. Gracias al diseño, la elección de colores y a la planificación inteligente de los ambientes podemos convertir cada espacio en un lugar funcional, capaz de inspirarnos bienestar y, en consecuencia, influir positivamente en nuestra calidad de vida.”
Los colores, las texturas, los materiales, la iluminación, la acústica, la disposición de los objetos. La especialista de Tersuave explica que todo importa cuando hablamos de pensar nuestros espacios de manera coherente a partir de su naturaleza y a cómo vamos a interactuar (o no) en él. Y, en este sentido, la profesional hace hincapié: “los colores juegan un papel más que clave en la arquitectura de las emociones, tienen una enorme participación en el comportamiento humano y en nuestra forma de percibir el entorno.”
Desde la empresa de pinturas Tersuave aplican un concepto muy acertado en psicología del color que es el de colores inteligentes. ¿Y por qué inteligentes? “Porque ellos pueden cambiarnos radicalmente un ambiente y la manera de vivirlo. El color transmite sensaciones y genera efectos no solo emocionales, sino físicos: puede darnos la sensación de amplitud o luminosidad, o resaltar intencionalmente un detalle”, expresa la asesora de la marca. Y también agrega que, para llegar a esos colores inteligentes, es importante pensarlos de esa manera. “Contar con el desarrollo de un sistema de colores que acompañe las necesidades actuales de las personas y maximice la funcionalidad, la productividad y el bienestar, es el factor número uno para lograr esos espacios inteligentes de los que hablamos.”
Sentido de pertenencia
Asimismo, en esta materia, cobra igual peso cuánto logramos identificarnos con el espacio. La diseñadora de interiores e influencer Leti Brocchi explica: “Para vivir plenamente un espacio necesitamos que este personifique nuestra esencia. Los ambientes deben reflejar quienes somos y qué nos gusta. Es por ello que la decoración representa nuestra vida cotidiana. Transmite sensaciones y gustos de quienes habitan cada lugar. El espacio debe aunar estilo, contemporaneidad y, por sobre todas las cosas, ser vital.”
El diseño no solo pondera la estética. El vínculo emocional que pueda transmitirnos el ambiente es, al final del día, lo que nos llevará a disfrutar de ese lugar al máximo nivel. “Los espacios están creados para ser habitados por personas, por lo que las características y necesidades de sus habitantes deben ser la traducción del ambiente, y no al revés”, concluyen las especialistas.