CANCHAS: HABILITACIONES PRECARIAS

La ciudad de Buenos Aires tiene 18 estadios de fútbol, pero ninguno tiene la habilitación definitiva por parte del Gobierno Porteño. La Agencia Gubernamental de Control (AGC) emite autorizaciones temporales por dos meses que se renuevan. Estas permiten a los clubes abrir sus puertas al público sin reunir todos los requisitos que exigen las normativas de edificación, de planeamiento urbano y de impacto ambiental.

Los 18 estadios de fútbol porteños tienen capacidades que varían de los más de 60 mil hasta menos de 3 mil. Los más grandes son de los clubes de primera: River (61 688), Vélez (49 540), Boca (49 mil), Huracán (48 314), San Lorenzo (43 494). También están los de Deportivo Español (32 mil), Nueva Chicago (28.500), Ferro (24 mil), Argeninos (24 mil), Atlanta (14 mil), All Boys (12 200), Defensores de Belgrano (9 mil), Excursionistas (8 mil), Sacachispas (6 mil), Barracas Central (4 400), Comunicaciones (3 500), Deportivo Riestra (3 mil) y el humilde Lamadrid.

A pesar de que los clubes están en distintas categorías, sus presupuestos son incomparables y sus estadios tienen distintas capacidades. Pero las falencias son similares: ingresos y pasillos desbordados, baños precarios, butacas quebradas, alambres reparados y espacios abandonados, son algunas de las características habituales de las canchas.

Los estadios de la ciudad deberían reunir todos los requisitos establecidos para las habilitaciones. Para obtenerla, los clubes tendrían que cumplir con el Código de Planeamiento Urbano (localización del estadio y efectos en el entorno), con el Código de Edificación (condiciones estructurales, eléctricas, capacidad, forma de ingreso y evacuación) y con los planos para el correcto control de funcionamiento (eléctricos, incendios y de uso). También deberían tener un informe de impacto ambiental, con sus ruidos y vibraciones.

Pero, la regla son las irregularidades. A pesar que la Legislatura porteña sancionó en 2008, la ley 2801 sobre estadios, donde se establecía en su artículo cuatro un plazo de “dieciocho (18) meses contados a partir de la reglamentación de la presente ley para realizar la presentación firmal de la solicitud y la documentación para su habilitación definitiva”.

El problema de dicha ley es que admitía que “hasta tanto los estudios alcanzados por la presente ley obtengan su habilitación definitiva”, el gobierno puede permitir su funcionamiento a través de “autorizaciones precarias y condicionales

De acuerdo al diario La Nación, las autorizaciones precarias y condicionales se renuevan, en promedio, cada dos meses. Ante cada inspección, en la AGC aseguran que los estadios son sometidos a un informe técnico, que es realizado por la comisión de inspección de estadios de fútbol, la cual analiza la aptitud de éstos para recibir espectadores y las condiciones generales de seguridad. A la vez, ante cada visita, la comisión exige nuevas mejoras. De no cumplir con ellas, la habilitación temporal es revocada. Algo que nunca ha sucedido.

Las intimaciones más comunes que reciben los clubes están relacionadas con la correcta evacuación de pasillos y dimensiones de los accesos o sobre mantenimiento y seguridad: gradas rotas, faltantes de partes de alambrados, puertas que no funcionan, entre otras irregularidades.

“No hay un tiempo determinado porque no todos tienen la misma capacidad de cumplimiento. A los clubes grandes les exigimos más y a los otros los tenemos que ir llevando de a poco”, indicó indicó Pierre Louis Chapar, director general de Fiscalización y Control al diario La Nación. Y agregó: “No podemos poner a los clubes contra la pared, porque también así quedamos nosotros. ¿Qué pasaría? ¿No habría más fútbol? ¿Cerramos los estadios?”.

Cuatro horas antes de cada partido, se realizan inspecciones en los estadios por parte de la AGC, la Policía Federal, autoridades de los clubes y la fiscalía porteña para constatar de que el estadio pueda funcionar. De ser así, la AGC autoriza el ingreso del público. Y de encontrar irregularidades, éstas tratan de ser solucionadas en el momento. “Se trabaja de forma dinámica y cordial”, indicó Chapar.