La Boca concentra todos los sitios consagrados a la pasión boquense. A la Bombonera, los museos, parrillas y locales se sumó un hotel. Galería
Aun cuando se dispute si son o no la mitad más o uno, los hinchas de Boca tienen algo más de lo que sólo ellos pueden jactarse: un hotel. Para ser más precisos, “el primer hotel temático de fútbol del mundo”.
El equipo premiado como el mejor de Sudamérica en lo que va del milenio inauguró, hace poco más de dos meses, el primer hotel íntegramente futbolero y xeneize. Un cinco estrellas de 85 habitaciones donde, como escribió Martín Kohan por las páginas de este diario, “todo remite a Boca”.
Desde las puertas de las habitaciones, cada una ilustrada con la imagen de uno de los tantos ídolos del club, hasta los colores de la pileta. Y aunque esté ubicado en el microcentro de la Ciudad de Buenos Aires, en la calle Tacuarí, a algunos kilómetros de La Boca propiamente dicha, representa la coronación de un pequeño circuito turístico que gira en torno de uno de los clubes más exitosos y “místicos” de la Argentina. El Hotel Boca se suma a otros íconos de un barrio que se va tiñendo de azul y amarillo a medida que el viajero se acerca al estadio.
Quizás convenga empezar la gira visitando u hospedándose en el hotel, donde se puede tener la suerte de cruzar al mismísimo plantel de Boca, si está celebrando algún evento del club. Podría ser alguno internacional, ya que los equipos tendrán el hotel como base cuando vengan a jugar a Buenos Aires.
Muy cerca, se puede tomar la línea 64 –de colores sospechosamente boquenses– y descender en Caminito, donde ya empieza a sentirse el espíritu del club: las pintadas en la pared –algunas muy elaboradas–, las tiendas con merchandising, un Maradona de cartón en tamaño real junto al que sacarse una foto. Y hacia el norte, tres cuadras más allá del final del tradicional paseo, irrumpe el templo, la Bombonera. Ahí, en apenas unos metros, la calle Brandsen concentra todos los sitios consagrados al furor boquense.
El más importante es el Museo de la Pasión Boquense. Inaugurado hace once años, con 1.500 visitas en temporada alta, exhibe prolija y detalladamente la historia y el presente del club. Más allá de dos cines –uno en forma de pelota, con una pantalla de 360°–, la sección que narra mediante objetos –camisetas, botines, copas viejísimas– y las decenas de pantallas que exhiben la consecución de varios campeonatos, lo más interesante es el acceso a “la popular”, la tribuna apasionada. Desde ahí se ve todo el estadio, el campo y, con suerte, al equipo, ya que el plantel entrena en la cancha una vez a la semana.
“A la gente que viene le gusta el fútbol, pero además quiere entender la mística de Boca en particular”, explica Nahuel García, guía del museo.
Una vez fuera de la Bombonera, puede uno dirigirse a los varios locales donde se venden todo tipo de ítems relacionados con el Club Atlético Boca Juniors, desde camisetas hasta ropa interior, pasando por banderas y bolígrafos.
El más vistoso es El Museo de Quique, en la esquina de Filiberto y Brandsen, con un patio lleno de muñecos para sacarse fotos. A menos de una cuadra y del mismo dueño, La Glorieta de Quique, una parrilla azul y oro, repleta de parafernalia boquense, favorita del barrio, la hinchada y los propios jugadores, como lo atestiguan las fotos expuestas con orgullo.
Concluido el circuito, sólo resta regresar el domingo para ver el fútbol que tanta fama le ha dado al sur de la Ciudad de Buenos Aires.
Por Alejandro Grimoldi