El juez Pablo Mántaras, resolvió hacer lugar a un amparo y declaró que todos los adoquines porteños, independientemente de como sean o en que calles o condiciones estén, no pueden seguir quitándose.
Si bien, estaban protegidos por un ley debatida y aprobada en la Legislatura en 2013, que los declaró patrimonio cultural de Buenos Aires; el Poder Ejecutivo, al reglamentarla, solo incluyó: ‘calles con adoquinado granítico’, construidas con piezas pétreas que, según su dimensión, se clasifican como ‘granitullo’ o ‘granito’ y que en caso el caso de estar reparadas con asfalto este no puede superar “el cuarenta por ciento (40%) de la superficie total de la calzada”.
Las calles de la ciudad están recubiertas en 22% con adoquines, 63% con pavimento y 15% con hormigón. La ventaja del asfalto es para los automóviles, pero produce aumento de la temperatura y no permite el mismo drenaje para las aguas de lluvia que el adoquinado, perjudicando a los árboles y favoreciendo las inundaciones.
El juez titular del juzgado N° 3 en lo Contencioso Administrativo y Tributario, hizo lugar al amparo, promovido por seis ex integrantes de Juntas Comunales del FPV, que se presentaron en la justicia, ya que consideraron que la reglamentación del ejecutivo porteño desnaturalizaba el espíritu de la ley, ya que se excluía gran parte de las calles adoquinadas.
Hoy quedarían todavía unas 3000 aceras empedradas . En San Telmo, Palermo y Parque Chacabuco fueron protegidas por la Defensoría General de la Ciudad, antes de la sanción de la ley 4806 en 2013. La anulación de la reglamentación por la justicia, hace que todas las calles adoquinadas vuelven a estar protegidas.
El precario control sobre las piezas que fueron reemplazadas por asfalto, permitió prácticas ilegales por la reventa de miles de piezas, desde hace décadas. Se sospecha que habría más de 50 millones de piedras de granito en desuso, extraídas de calles asfaltadas o por la construcción de cordones cunetas de hormigón en barrios despertaron sospechas. Hasta el día de hoy se los encuentra en sitios de comercio electrónico y se los vende entre los 5$ y 20$, de acuerdo a su estado y tipo.
Los primeros adoquines datan de 1783, cuando el Virrey Vértiz solicitó al Cabildo mejorar el estado de las calles, que estaban en muy dañadas a causa de las lluvias, el paso de carros y el agua sucia que tiraban vecinos. Desde fines del Siglo XIX, la demanda fue muy alta y la mayor parte de la producción provenía de las canteras de Tandil, y de las provincias de Córdoba y San Luis.