El 3 de junio se realizaron marchas por “Ni una menos”, en reclamo de que se frenen las muertes de mujeres por la violencia machista. La principal fue en la Plaza Congreso y en cientos de espacios públicos de toda Argentina. Una multitud diversa de voces, identidades y banderas demostraron de acuerdo a sus organizadores “que Ni Una Menos no es el fin de nada sino el comienzo de un camino nuevo”.
La iniciativa empezó por la conmoción social generada por la muerte de Chiara Páez, de catorce años, embarazada y asesinada en Rufino, Santa Fe, por su novio de dieciséis que la enterró en el patio de la casa familiar del asesino. Se sumó, a ese asesinato, una cadena de otras muertes que fueron televisadas como nunca antes.
Luego de casi una hora comenzadas las concentraciones, la etiqueta (o hashtag) #NiUnaMenos se ubicó primera entre los trending topic (las que marcan tendencia) a nivel mundial, con más de 28.400 menciones solamente durante ese lapso de tiempo, según la herramienta de análisis Topsy.

Ni Una Menos se organizó como “un grito colectivo contra la violencia machista”. Surgió de la necesidad de decir “basta de femicidios”, porque en Argentina cada 30 horas asesinan a una mujer sólo por ser mujer. La convocatoria nació de un grupo de periodistas, activistas, artistas, pero creció cuando la sociedad la hizo suya y la convirtió en una campaña colectiva. A Ni Una Menos se sumaron a miles de personas, cientos de organizaciones no gubernamentales y sociales en todo el país, sindicatos, escuelas y militantes de partidos políticos. Porque el pedido fue urgente y el cambio posible, Ni Una Menos se instaló en la agenda pública y política.

Los cinco puntos principales de los organizadores fueron los siguientes:

1) “Pedimos la implementación del Plan Nacional de Acción para la Prevención Asistencia y erradicación de la violencia contra las mujeres que está en la Ley 26.485. Pedimos que se cumpla integralmente, que haya monitoreo y presupuesto para todo lo que se hace”.

2) “Pedimos que se garantice el acceso a la Justicia a las víctimas; que haya patrocinio jurídico; que no se las revictimice; que las causas que tramitan en el fuero civil y penal se unan para que sea todo más ágil”.

3) “Entendemos que es fundamental que existan estadísticas oficiales sobre femicidios ya que hasta ahora sólo contamos con los números que aporta la Casa del Encuentro que es una asociación civil. Dentro del Estado debe haber un Registro Oficial único, para que las políticas públicas se piensen desde esa dimensión”.

4) “Queremos que se garantice la Educación Sexual Integral en todos los niveles ya que existe una ley desde el año 2006 que apunta a que en todas las escuelas del país y en todos los niveles (público y privado) se den estos contenidos. El cambio más profundo es el cultural, es romper con la lógica patriarcal, entonces la educación es fundamental”.

5) “Y por último, creemos que las víctimas tienen que estar protegidas porque es muy difícil para una mujer que vive una situación de violencia denunciar. Cuando se anima, activa una investigación contra el hombre golpeador o quien la amenazó y la Justicia tiene que monitorear que se cumplan las medidas que se disponen en el marco de las causas”.