Antes de ocupar el actual edificio de calle Callao, cuando todavía los destinos de la república se dirimían entre batallas sangrientas, conspiraciones y atentados, el Congreso nacional funcionaba prácticamente frente a la Casa Rosada y a la vera de la Plaza de Mayo, en el solar que hoy se conoce como Museo del Antiguo Recinto del Congreso Nacional, donde aún parece guarecerse un retazo de la historia argentina que trazó los caminos de la nación.

 

Actualmente, la construcción original quedó resguardada dentro del edifico de la Agencia Federal de Ingresos Públicos, conjuntamente con la sede de la Academia de la Historia. Desde 1884 hasta 1905 entre esas paredes funcionó la Sala de Sesiones, una edificación con notable influencia de la arquitectura italiana y, aunque hoy cueste imaginarlo, recorriendo el recinto sobrio, presidido por el estrado y las bancas de cada congresal, ese fue el escenario donde unitarios, federales, partidarios de la autonomía y mitristas entre otros llevaron adelante verdaderas batallas políticas que marcaron los destinos del país.

 

Parte de esa épica se ve reflejada en el óleo original, realizado por Manuel Blanes, que retrata al entonces presidente Julio Argentino Roca leyendo el último mensaje de su presidencia en el recinto del Antiguo Congreso y con su frente vendada a causa de una agresión recibida en aquellos días.

 

Entre esas paredes, coronadas por los palcos donde podían verse las sesiones, juraron Mitre, Avellaneda, Sarmiento, Roca y Uriburu como presidentes y también renunciaron Sáenz Peña y Juárez Celman. Quintana, Vélez Sarsfield, Palacios y los mencionados, fueron algunas de las figuras políticas que desfilaron desde las primeras sesiones que se inauguraron en 1864. Sus fantasmas todavía dialogan en los rincones de este edificio antiquísimo, que albergó las últimas sesiones el 12 de diciembre de 1905.

 

Hasta 1945 funcionó allí el Archivo General de la Nación. Al ampliarse el Banco Hipotecario Nacional, el antiguo Congreso fue parcialmente demolido, sólo se conservaron el hall de entrada, el sector central de la fachada y la sala de sesiones originaria que fue restaurada en 1948 por el arquitecto Estanislao Pirovano.

 

Fue Bartolomé Mitre quien, en 1862, emprendió la construcción de un local destinado al Congreso de la Nación, que hasta entonces funcionaba de manera provisoria en Perú 272, actual sede de la Legislatura. Un año después comenzó la edificación, bajo las órdenes del argentino Jonás Larguía. Finalmente, sobre la ochava de Hipólito Yrigoyen y Balcarce, el edificio fue concluido en 1866. La fachada era de estilo neorrenacentista, con un pórtico central de tres arcos. La sala de sesiones tenía forma de semicírculo, con palcos bajos para las autoridades y galerías para el público.

 

Actualmente, en el museo pueden encontrarse piezas como la placa de la casa natal del general Balcarce en reconocimiento por la batalla de Suipacha, el sello del Real Consulado de Buenos Aires, utilizado por Manuel Belgrano en su carácter de Secretario de la institución, y una impresionante sala de numismática, que depende de la Comisión de Numismática y Medallística con dos mil novecientas quince medallas catalogadas desde 1893.

 

En 1942, mediante un decreto, el Poder Ejecutivo declaraba Monumento Histórico Nacional a la sala de sesiones del Antiguo Congreso. Esto no salvó al edificio de su demolición, pero sí a la sala, que tuvo que conservarse intacta en el interior de la estructura del nuevo edificio, donde aquella vieja cúpula, al observarla contraluz, sigue enseñando, como en ese entonces, los colores celeste y blanco de la bandera argentina.

 

Balcarce 139. Jueves de 15 a 17 horas. 4331-4633 / 5147, 4343-4416

 

Por Clarisa Ercolano

 

DZ/rg

 

Fuente Redacción Z

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