La sede del antiguo Banco de Londres es un referente de la Arquitectura Moderna y otro legado del genial Clorindo Testa.
Es como encontrar una jirafa caminando en medio de una gran manada de elefantes. En plena City porteña y rodeada de edificios de clásicas estructuras bancarias (es decir: con fachadas macizas y espacios de accesos casi clausurados) la construcción sobresale con tanta claridad que, si uno pasa por allí y no le llama la atención, es porque justo en ese momento estaba con los ojos cerrados.
Alguna vez la definieron como “una escultura hecha en hormigón”. Y aunque no se trate propiamente de una escultura, la sede del ex Banco de Londres y América del Sud (actual Banco Hipotecario Nacional) es una obra de arte.
Lo que realmente no deja de sorprender es que el edificio, que está en una esquina del cruce de Reconquista y Bartolomé Mitre, a escasos cien metros de la Plaza de Mayo, ya tiene 48 años. Se empezó a construir en 1960 y se inauguró seis años más tarde. Tiene una superficie total de casi 80.000 metros cuadrados y fue pensado por el genial Clorindo Testa, como asociado con el estudio SEPRA, de los arquitectos Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini.
El planteo inicial fue formulado en 1959 para un concurso privado y fue tal el impacto que causó que se convirtió en un símbolo fundamental de la Arquitectura Moderna del país y referente mundial.
Definida dentro de lo que los especialistas denominan brutalismo, la obra es fiel representante de ese estilo surgido del Movimiento Moderno, que tuvo su auge en las décadas de 1950 a 1970. El término se origina en la expresión francesa béton brut (hormigón crudo), que solía usar el arquitecto suizo Charles Edouard Jeanneret-Gris (1887-1965), más conocido como Le Corbusier. Después, el crítico de arquitectura Reyner Banham la simplificó directamente como brutalismo.
Las construcciones de ese estilo muestran geometrías angulares que se repiten y dejan a la vista las texturas de los moldes que se usaron para darle su forma al material. Y esa es la principal característica del edificio de Reconquista y Bartolomé Mitre.
Dentro, tanto los tres subsuelos como los seis niveles superiores (llegan hasta los 26 metros de altura), cumplen con una consigna especial: todo funciona como un espacio único que se convierte en una prolongación de las calles. Los dos primeros niveles son para atención al cliente; los restantes, para uso interno. Para completar tanta belleza plástica, en el interior se destaca una escalera-torre-mirador que posibilita múltiples puntos de vista a quien recorre el lugar. Obviamente, también está moldeada en duro hormigón, aunque no lo parece.
En su momento, el edificio generó polémica porque rompía con ese estilo tan formal de la City. Con los años, aquellos cuestionamientos se fueron aplacando a pesar de que muchos no terminan de aceptarlo.
Entre 1988 y 1998 el ex Banco de Londres y América del Sud perteneció al Lloyds Bank y luego fue comprado por el Banco Hipotecario Nacional para su sede.
Por supuesto que no fue la única obra que provocó debate. También una construcción pensada en 1962 por Clorindo Testa, junto con Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga de Bullrich, sigue siendo tema de conversación para entendidos y no tanto. Se trata de la Biblioteca Nacional, inaugurada finalmente en 1992. El año pasado, un encuesta de Clarín realizada entre personas no especializadas en arquitectura consideró a la Biblioteca como el edificio más feo de Buenos Aires, aunque para otros era el más lindo. Pero esa es otra historia.