Según un dato ofrecido por la Junta de Estudios Históricos de Flores, en la década de 1940, dos ladrones robaron una gran fortuna de un banco. La leyenda dice que, para escapar de la policía, escondieron la plata en unos caños y los enterraron en el cementerio de Flores, en la barranca que da a la calle Castañares. Cuando los apresaron, uno de los ladrones confesó el delito. Y desde ese momento el tesoro siguió oculto en el cementerio. En las décadas siguientes, varios cazafortunas lo recorrían con palas buscando el botín. Hasta que, hacia los 70, se construyó un paredón que impidió la entrada al cementerio. Así, el tesoro quedó enterrado, y ya nadie lo pudo encontrar. O, al menos, nadie admitió haberlo rescatado.
LUIS ALBERTO VÁZQUEZ( jurado de los premios ACE)