El viernes 9 de octubre se estrenó en la ciudad la ópera en un acto “Estaba la Madre” en el salón “la Ballena Azul” del Centro Cultural Kirchner, con la asistencia de más de 1500 espectadores, que consiguieron gratuitamente su entrada por internet. La primer representación de “Estaba la Madre” fue en abril de 2004 en la Opera de Roma, donde por la favorable repercusión entre público y crítica, estuvo dos años en cartel la obra de 80 minutos de duración. En 2007 llegó al Teatro Argentino de La Plata
Su director musical y uno de los libretistas, el prestigioso Luis Bacalov afirmó en “https://sinfonicanacional.wordpress.com” que se basó en el Stabat Mater, himno religioso siglo XIII, atribuido a Jacopone da Todi: “Como argentino, no podía elegir otro argumento para un Stabat Mater. Estaba la madre de Cristo en la deposición del Gólgota en Jerusalén y estaban las madres que buscaban a sus hijos y que reivindicaron lo mejor de nuestro país”.
Bacalov, nacido en Buenos Aires y con amplia trayectoria internacional (recordado por ser ganador de un premio Oscar en 1996 por la banda sonora de la película El cartero), creo junto a Carlos Sessano y Sergio Bardotti esta contemporánea ópera, con un prólogo, siete escenas y un epílogo.
Los personajes principales son, tres madres que por sus hijos tienen una tristeza infinita, interpretados por las cantantes líricas: Paula Almenares (soprano) como Sara, madre judía del secuestrado Josele; Cecilia Díaz (mezzosoprano) como Juana, maestra en una escuela provincial cuyo hijo también fue arrancado de su casa, y Alejandra Malvino (mezzosoprano) como Ángela, quien busca a su hijo, un cura obrero.
A ellas, se suman los tres generales, que justifican la represión en nombre de la libertad y el orden: el del Ejército, la Marina y la Aeronáutica; los barítonos Fernando Grassi, Mario De Salvo y Leonado Estévez. Otros personajes que intervienen son los religiosos que buscan consuelo ante la impotencia e injusticia: un obispo, Gustavo Gibert y un rabino, Martín Caltabiano. El narrador, Alejandro Mererapfel, es el que con su voz contextualiza y enlaza las historias de cada uno de los desparecidos.
También interviene el Coro Polifónico Nacional que comenta y sufre –como en las tragedias griegas- y un pequeño grupo de bailarinas de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea
En el prólogo aparece el conjunto de las Madres, que cantan: «Éstas son las locas de Plaza de Mayo, cien desgarros dentro, mil pañuelos al viento». Al finalizar la obra, la presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela De Carlotto, presente entre los espectadores, se dirigió al público y destacó la importancia de mantener la memoria viva a través de las expresiones artísticas.
Bacalov, que también trabajó para los directores neorealistas italianos como Pasolini y Fellini; cuando se produjo el estreno en América de su obra reflexionó: “No quiero detenerme demasiado en los motivos éticos y políticos para abordar un tema semejante, que resultan obvios. Es fundamental que también la ópera se ocupe de lo ocurrido y que dé cuenta a su modo de la tragedia. Más si lo hace de una manera que resalta la condena, no sólo local, sino universal, de los diferentes genocidios cometidos a lo largo de la historia.
Ahora son otras las consideraciones que quiero efectuar. Ocurre que cuando empecé a trabajar en este proyecto, me di cuenta de que estaba avanzando contra la corriente de la tradición. Suele decirse que es más fácil hablar de «óperas de compositores argentinos» que de una «ópera argentina» propiamente dicha. Porque entre nosotros, salvo raras excepciones, el género lírico se ha hecho poco cargo de nuestras realidades políticas, históricas y culturales.
A diferencia de lo que ocurre con el teatro de prosa, la literatura, el cine y otras artes, la ópera ha estado mucho más sujeta, tanto en sus temáticas como en sus formas, a los modelos extranjeros, fundamentalmente a las matrices europeizantes”