Por Emiliano Delio
Palabras Encadenadas es la puesta en escena de un desgarrador dúo: un asesino y su victima, secuestrada en un sótano. El lúgubre ambiente se logra con cortinas de plásticos, donde el violento proyecta un video, para confesar como empezó a realizar sus crímenes.
“Hola. Supongo que antes de nada debo explicar alguna cosa sobre mí. Mi vida ha sido de lo más normal. Tuve una infancia y una adolescencia tranquilas. Fui un estudiante casi brillante y crecí al amparo de unos padres comprensivos. Hace tres años murió mi padre, un año después de mi boda. Tenía Alzheimer. Una enfermedad desagradable. Mi madre aún vive. Me casé con una chica a la que conocí en la Universidad. Empecé a estudiar filosofía ya de mayor. Todavía no he terminado. Nos separamos al cabo de diecinueve meses. No sé con precisión por qué, pero, a decir verdad, tampoco sé con precisión por qué nos casamos. Supongo que… Bien, no lo sé. Desde entonces vivo con mi madre. Trabajo en universidad. Y eso es todo.
Mi vida es tan así que puede resultar difícil de creer que esta mañana haya matado a una mujer, pero lo he hecho. La he matado. Lo que más me sorprende, (mira el reloj), ahora que ya han pasado más de ocho horas, es el hecho de no sentir ningún remordimiento, ningún sentimiento de culpa. Nada. Ni la más leve inquietud. No sé, me preocupa”
Con este monólogo comienza la gran interpretación de Ernesto Falcke con el papel protagónico del texto escrito por el catalán Jordi Galcerán. Palabras encadenadas, fue estrenada en España a mediados de la década de 1990 y en Buenos Aires se la representó por primera vez en 2001.
La descripción de la mente del criminal se desarrolla con detalle. Su víctima 19 es una psicóloga, pero pronto se devela que hay una historia común que los une. En un primer momento la tiene encadenada a una silla y amordazada.
Luego de perder a un juego de palabras encadenadas, el asesino accede a dialogar con su víctima; interpretada con dramatismo y sin estridencias por Natalia Pascale; sobre puntos oscuros de su pasado y una relación traumática con su ex mujer. Los límites entre la sensatez y la locura y entre verdugo y víctima; se replantean a medida que la trama va develando aspectos de ambos personajes.
A medida que avanza la trama, se va dosificando información que permite reconstruir la relación entre ambos. Los antecedentes criminales se complejizan y la incertidumbre sobre el destino de la posible víctima va incrementándose. La duda se plantea, para sumergirse en la oscuridad de un psicópata y ver cuales fueron los impulsos que lo llevaron a realizar macabros actos.
Ficha
Autoría: Jordi Galcerán
Actúan: Ernesto Falcke, Natalia Pascale
Vestuario: Pheonía Veloz
Dispositivos Escénicos: Guillermo Ghio
Diseño de luces: Tamara Josefina Turczyn
Realización de video: Fiero Fuego (productora Creativa)
Banda Sonora: Guillermo Ghio
Gestión: Maria Emilia Cornier
Diseño gráfico: Horacio Carro
Asistencia de dirección: Iranda Acosta Toloza
Prensa: Marcos Mutuverría
Realización: Pablo Figueroa
Dirección general: Guillermo Ghio
Itaca Complejo Teatral: Humahuaca 4027, Almagro
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