Originario del noreste argentino, es un emblema bello de los parques porteños.

De acuerdo a un revelamiento, la ciudad cuenta con 3400 palos borrachos. El Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño realiza periódicamente el cuidado de la Ceiba Speciosa, que se encuentran distribuidos en los parques de la Ciudad.

“Los árboles contribuyen a mejorar la calidad del aire y a reducir la contaminación, por eso los cuidamos. En la Ciudad contamos con diversas especies y una de ellas es el Palo Borracho, un árbol muy noble pero que al mismo tiempo no es considerado apto para la plantación en vereda. Durante la obra de Metrobús 9 de Julio tuvimos que trasplantar 173 de estos ejemplares que fueron reubicados de manera satisfactoria en distintas plazas y parques”, explicó Eduardo Macchiavelli, ministro de la cartera.

Se trata de una especie del género Ceiba nativa de la selva tropical y subtropical de Sudamérica. Existen dos tipos: el chaqueño de flores rosadas que es el más utilizado, y el jujeño de flores blancas que es el más “panzón” que le sirve para almacenar agua en tiempos de sequía.

Son de hoja caduca y suelen medir entre 10 y 20 metros de altura. Una de sus características es que tienen una floración muy prolongada – comienza en el verano y finaliza en otoño- y además, son árboles muy rústicos que requieren poco mantenimiento.

Se los puede encontrar en varias plazas y parques porteños, por ejemplo, Parque Indoamericano, Parque las Heras, Parque Avellaneda, Plaza Sicilia y San Martín, entre otros.

Podas sin control

Las brigadas dependientes de la Jefatura de Gabinete realizan anualmente podas en las distintas comunas para brindar mayor iluminación por las noches y reducir el riesgo de caída de ramas por tormentas y vientos fuertes. Sin embargo, no todas se hace con la precisión y profesionalismo que demandan estos árboles, que generan oxígeno y sombra en las calles y avenidas.

Un caso emblemático, que tomó amplia difusión, fue la poda del centenario Ombú del Parque Rivadavia. Este ejemplar de Phytolacca dioica fue reducido a un conjunto de troncos, ya que se adujo que estaba afectado por hongos. Sin embargo, en distintas calles de la ciudad, se pueden ver que las podas exceden su cometido y en vez de aumentar el valor ornamental, muchas veces terminan dañando a los árboles.