El Museo Nacional de Arte Oriental (MNAO) tiene nueva sede en pleno centro porteño. Dentro de las Galerías Pacífico se encuentra el Centro Cultural Borges y en su segundo piso alberga desde este miércoles al flamante espacio en su pabellón III. Emplazado en la zona de Córdoba y Florida, alberga 4000 piezas de colección para proponer un encuentro con la cultura oriental.
El miércoles, con gran bullicio de gente, artistas y la presencia del ministro de Cultura Tristan Baurer entre otras autoridades locales y diplomáticas, quedó inaugurado formalmente el espacio de más de 1000 metros cuadrados, el cual cuenta con salas de exhibición permanente y temporaria, espacio de reserva, sala de acción para diversas actividades y un taller de reparación de piezas. Ese mismo día, parte del numeroso público presente, había participado del acto de entrega del Premio Salón Nacional de Artes Visuales en el Centro Cultural Borges, donde 49 obras fueron premiadas. Y también se abrió al público la exposición correspondiente al 110° salón.
Bauer señaló: “Es un momento muy importante para el Ministerio y para la cultura argentina; hace algún tiempo retomábamos este espacio, el Centro Cultural Borges para el pueblo argentino, para el Ministerio de Cultura de la Nación, y hoy estamos inaugurando el Museo de Arte Oriental”
El MNAO, funcionó desde 1965 en el Palacio Errázuriz de la Avenida Libertador al 1900, compartiendo el lugar con el Museo Nacional de Arte Decorativo. Pero ahora su diseño contempla estándares internacionales de museología para la presentación de las piezas, así como los distintos lineamientos de accesibilidad para poder contemplar la riqueza de los continentes a oriente de Europa.
Rocío Boffo, directora del MNAO, explicó: “La mudanza del Museo Nacional de Arte Oriental a una nueva sede más grande y adecuada para la correcta exhibición de su patrimonio y para el desarrollo de programas públicos para las comunidades es un hecho de profunda relevancia para la institución y para el Ministerio de Cultura, tras más de cincuenta años en esta búsqueda”.
Ya se pueden visitar, con entrada gratuita dos flamantes exhibiciones: Oriente todo, con curaduría de Lucía de Francesco y Anush Katchadjian y Calcar destellos de un Oriente, de las artistas Aili Chen y Johanna Wilhelm. La programación de incluirá además diversos programas públicos y comunitarios, entre los que se destacan charlas de especialistas, visitas guiadas a las exhibiciones, talleres, proyecciones y conciertos.
Ezequiel Grimson, director del Centro Cultural Borges dimensionó la nueva propuesta: “La inauguración de la nueva sede del Museo Nacional de Arte Oriental en el CCB es un hecho de profunda relevancia, que se enmarca en una política cultural pública desarrollada por el Ministerio de Cultura de la Nación de mejoramiento, actualización y desarrollo de la infraestructura de las instituciones culturales de la Argentina”.
Sobre el MNAO
Fue fundado en 1965 y abrió sus puertas en el Palacio Errázuriz Alvear un año más tarde. Su patrimonio se compone de más de cuatro mil piezas originales de China, Japón, Corea, India, Egipto, Turquía, Armenia, el antiguo imperio Persa, Tíbet, Indonesia, Malasia y Tailandia, entre otros países.
El acervo patrimonial del museo está integrado por pinturas, esculturas, grabados, objetos de uso cotidiano, de culto, indumentaria, instrumentos musicales, juguetes, fotografías y mobiliario de distintas culturas orientales.
Luego de permanecer más de dieciocho años cerrado al público, el MNAO reabrió en septiembre de 2019 con una propuesta que consistía en una sala de exhibiciones temporarias y la presentación de su espacio de reserva de colecciones, como reserva visitable, para que los públicos pudieran conocer más en profundidad la calidad y la cantidad de las piezas albergadas.
Exhibición principal: Oriente todo
¿Cómo plantear un museo que desde acá representa comunidades de allá? ¿Cómo poner en diálogo dos mitades del mundo? ¿Cómo potenciar la experiencia de expresiones culturales de esos países y abrir el juego a múltiples miradas?
Para empezar, ¿en qué pensamos cuándo decimos Oriente?
En el imaginario occidental, el concepto de Oriente parecería definirse por oposición: es todo aquello que no es Occidente, e incluye diversas geografías, naciones, culturas, prácticas y grupos sociales. Los intentos por conocer a ese otro no fueron ni son inocentes; tienen una dimensión política en la que la centralidad de Europa construyó un relato que fue interiorizado por el resto del mundo occidental.
¿Cuáles son las ideas respecto de Oriente creadas por nuestro imaginario cultural? Se suele asociar a Oriente con lo detallista, la espiritualidad, la sensualidad y una gran conexión con la naturaleza. ¿Es realmente así o se trata de concepciones imaginadas?
La exhibición presenta la constitución misma del museo como un modo, entre otros posibles, de encontrarse con Oriente. Ofrecemos Oriente todo con la intención de reconocer estas ideas y ponerlas a prueba. Proponemos observar la colección a través de los distintos tiempos que en ella se congregan y las experiencias individuales de cada visitante.
Revisamos nuestros preconceptos para reconstruir nuevas ideas a partir de objetos, sumando la mirada de artistas contemporáneos y comunidades locales. El MNAO busca tanto difundir las culturas orientales como contribuir a la convivencia en la diversidad de nuestras sociedades. Lucía de Francesco y Anush Katchadjian, curadoras de la exposición
Exhibición temporaria: Calcar destellos de un Oriente
Dicen que el papel tiene memoria. Guarda el recuerdo de los pliegues y otras huellas del tiempo. Es a la vez delicado y resistente. Soporte de muchas historias, de muchos mundos.
Aili Chen y Johanna Wilhelm parecen calcar destellos de un Oriente; reinventan la idea de un Oriente todo guardado en el acervo del Museo Nacional de Arte Oriental. Las piezas hechas en papel, material paradigmático de los imaginarios sobre las artes orientales, son un contrapunto de la colección. Despliegan luces y sombras, casi blancos y casi negros, contenedores y contenidos de un universo oriental.
Aili Chen, modelando fantasmas de los objetos con papeles crujientes, evoca el doble viaje de las colecciones: de Oriente a la Argentina y, luego, de una sede a otra del Museo. Lo que está materialmente y lo que queda resplandeciendo en esas cáscaras envoltorios de memoria espectral cohabitan en espejo.
Johanna Wilhelm reencanta los trocitos de una totalidad incompleta que se adivina en el Museo. Cala los diseños de las superficies coloridas para prender sus sombras en una constelación de objetos evocados. Hace deambular la mirada entre ecos minuciosos de un paisaje lejano.
Como la dupla suspendida de Corazón de noche, Aili y Johanna se dejan atrapar por el cosmos de la colección para encenderla. Nos invitan a adentrarnos en un sinfín de lugares y sentidos que llamamos Oriente y nos acercan la fascinación de sus destellos. Viviana Usubiaga