Hoy martes a las 18, los altos del Bar El Progreso (Av. Montes de Oca 1702, Barracas) reciben a Karim Makarius para presentar “¿A dónde vamos, Buenos Aires?”, una selección de fotografías tomadas por su padre, Sameer Makarius, entre 1953 y 1956. Estas imágenes no solo reconstruyen su descubrimiento de la ciudad y sus costumbres, sino que retratan la Buenos Aires en la que nació la herencia cultural que continúa vigente: el ritmo agitado del microcentro, el encuentro, la conversación, los cafés.
En el marco de la presentación se llevará a cabo el conversatorio con Karim Makarius, sobre la apasionante vida y obra de su padre, egipcio de nacimiento y uno de los fotógrafos más prolíficos de Buenos Aires de los años 50 y 60, que se aventuraba con sus cámaras para retratar el Buenos Aires que tan cálidamente lo recibió
El evento, que forma parte de una itinerancia que comenzó en el Bar Federal, continuó en Bares y Cafés Notables del Microcentro y actualmente sigue su itinerancia por Barracas y La Boca, fue posible gracias a la generosa colaboración de Karim Makarius. Se trata de una acción conjunta producida por la Cámara de Cafés y Bares de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC) y el grupo cultural Los Notables, y cuenta con el acompañamiento del Ministerio de Cultura de la Ciudad a través de su área de Patrimonio
Sobre Sameer Makarius
Nacido en El Cairo, Egipto, en 1924, fue educado en Berlín entre 1930 y 1940. Luego de que su padre falleciera de meningitis, emigró hacia Budapest con su madre. Aprovechando su trabajo como encargado de un edificio, colaboró activamente con la colectividad judía ofreciendo refugio y falsificando pasaportes. También se dedicó al arte concreto y participó de la Európai Iskola. Perseguido por la Gestapo, volvió a cambiar de patria con su madre: recibió asilo de la Embajada de Suiza, país en donde conoció a Max Bill y Werner Bischof. Luego de una corta estadía regresó a Egipto, en donde contrajo matrimonio con Eva Reiner para luego mudarse a París. Allí se dedicó a hacer textiles, a pintar y a sacar fotos.
El destino definitivo fue Buenos Aires, ciudad que conoció a través de sus recorridos fotográficos con su cámara Leica. Se contactó con artistas de vanguardia y los retrató en sus talleres: Marta Minujín, Raquel Forner, Raul Soldi y Rogelio Polesello fueron algunos de ellos. En la década del 70 comenzó a coleccionar y vender cámaras fotográficas, y armó una pequeña galería al fondo de su local (Florida 890), en donde expuso Horacio Coppola, entre otros de sus amigos.
Su método de trabajo, según el cual recorría la ciudad y hacía tomas espontáneas, lo posicionó como uno de los exponentes de la street photography. “Por eso se ven varias fotos de la misma escena. Son parecidas, pero no son iguales: la gente se mueve porque pasa un auto o aparece una paloma”, explica su hijo, Karim Makarius. Parte de la obra fotográfica está documentada en sus dos libros: Buenos Aires y su gente (1960) y Buenos Aires, mi ciudad (1963). Su obra como pintor abstracto también tuvo una gran relevancia dentro de la vanguardia artística no figurativa: su primera participación fue en 1961 junto al grupo “Otra Figuración” (Jorge De La Vega, Rómulo Maccio, Ernesto Deira, Luis Felipe Noe y Carolina Muchnik), en la Galería Peuser.