De las canteras de Tandil, donde nació el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, comenzaron a extraerse a principios del siglo XX los adoquines de granito que reemplazaron los que venían de Irlanda y Gales para empedrar Buenos Aires.
En esos tiempos apodaban a la ciudad como la París del Sur. Pero el PRO que gobierna hace siete años, ha decidido retirar los típicos adoquines de muchas calles. Y muchos se preguntan dónde han ido a parar las piedras, que en algunos casos se venden en sitios de comercio electrónico.
En 2010, la ciudad autónoma de Buenos Aires declaraba que había 4.500 cuadras (lados de una manzana) empedradas, sobre un total de 26.000. Dos años antes había comenzado a asfaltarlas con el argumento de que así serían más económicas de mantener, dañarían menos los neumáticos de los coches y escurrirían mejor el agua de lluvia. Políticos opositores a Macri, asociaciones de vecinos de barrios como La Boca y San Telmo y la organización no gubernamental Basta de Demoler se opusieron, pero el alcalde avanzó en su tarea. El GCBA informa ahora de que quedan 2.000 cuadras con adoquines, menos de la mitad que cuatro años atrás.
Desde 2008, el Gobierno porteño ha retirado unos 42 millones de adoquines, de cinco kilos cada uno, según un informe que la Auditoría General de Buenos Aires. Este cálculo excluye las piedras retiradas del casco histórico, que se emplaza entre el centro y San Telmo. El reporte de la auditoría, advierte además de que el GCBA solo tiene registrado el destino de cuatro millones de esos adoquines: están en un depósito en el barrio de Villa Lugano y desde allí se envían para empedrar parques y calles. El destino de los restantes 38 millones resulta una incógnita.
Hasta el año pasado eran usuales los hurtos de adoquines en el depósito. Cerca de allí y en las mismas calles que están asfaltando hay quienes venden estas piedras a los interesados. En Mercado Libre se consiguen por entre 6 y 16 pesos (entre 0,50 y 1,40 euros) cada uno. El diaro La Nación calcula que los adoquines perdidos cuestan unos 25 millones de euros.
“¿Dónde están todos los adoquines que se sacaron? Hay que tener más rigurosidad con este material, que es parte de nuestro patrimonio y nuestra historia”, se queja el auditor general de Buenos Aires, Facundo del Gaiso. El subgerente del área legal del Ente de Mantenimiento Urbano Integral, Mariano Schiavo, le responde que ese organismo controla el destino de las piedras y que se reutilizan para obras públicas. Niega el hurto y alega que los adoquines ofrecidos por Internet provienen de canteras privadas.