ArteBA estrenó un nuevo espacio, Dixit Petrobras, curado por la historiadora Andrea Giunta, que se convirtió rápidamente en una de las apuestas más interesantes y atractivas de la feria, con 700 metros cuadrados que reúnen obras de 60 artistas latinoamericanos a partir de una hipótesis que se interroga sobre los comienzos del arte contemporáneo.

 

¿Cuándo empieza el arte contemporáneo? fue el interrogante planteado por Giunta, en el marco de una investigación en la que ya venía trabajando hace tiempo, y que decidió trasladar a la feria luego de ser convocada para curar la edición estreno de este sector que plantea una hipótesis sobre la contemporaneidad artística.

 

La propuesta radicó en seleccionar obras que permitiesen pensar cuándo comienza lo que se denomina arte contemporáneo: un arte sumergido en el presente confuso, vertiginoso, sobre el que, a pesar de esta dificultad, se quiere reflexionar.

 

“Estoy hace tiempo trabajando sobre qué es la contemporaneidad. Hay gente que opina que no hubo un quiebre, un cambio de paradigma, que seguimos en la modernidad. Pero para mí, sí hay un cambio de paradigma y dixit significa `decir` e implica asumir esa posición y ver cómo se articula esa transformación de lo moderno a lo contemporáneo”, explica Giunta en diálogo con la prensa.

 

Aunque es una exposición que interpela y que plantea interrogantes antes que certezas, se eligió “abordar los síntomas de la contemporaneidad desde América Latina, para entenderla con la historicidad de este continente”, acompañada de la invalidez del esquema de centros y periferias.

 

De este modo, la muestra traza un itinerario por algunas obras poderosas y emblemáticas de la región, como “La familia obrera” de Oscar Bony, las tintas detallistas del peruano Fernando Bryce, “Crepúsculo” o la poderosa obra “Ausencia” del maestro León Ferrari.

 

Un mapa local cuyo contorno se recorta sobre panes, obra de Anna Bella Geiger (“O pão nosso de cada día, 1978”), convive con “Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared” de Roberto Jacoby o la pieza de Victor Grippo “Vida, muerte, resurrección”: “casi lloramos de la emoción cuando hicimos el montaje de esa pieza”, confiesa Giunta.

 

El recorrido es imperdible y cada obra conspira para que el visitante se pase largo rato observando. Destacan también los trabajos de Leandro Katz (“Proyecto Catherwood”), de Kenneth Kemble, (“Muestra de arte destructivo”), los mapas de Guillermo Kuitca y las interpelaciones sobre el tiempo en la obra de David Lamelas.

 

“Frenesí”, la obra de Liliana Maresca (1951-1994) -quien este año es tácitamente homenajeada como nunca antes, al tener una fuerte presencia en diversos espacios y stands de la feria-, deslumbran al igual que los “Ejercicios superficiales sobre dispositivos de deleite” del peruano José Carlos Martinat, o los afiches del portorriqueño Antonio Martorell.

 

Marta Minujin; el colectivo Mujeres Creando; el colombiano Oscar Muñoz -quien trabaja sobre la inmaterialidad de los recuerdos y el modo en que las imágenes se escurren de la memoria-; el “Arte light” de Daniel Ontiveros; Margarita Paksa y sus mapas, al igual que Liliana Porter, Graciela Sacco y las impactantes fotografías de RES sobre “Belgrano y Santucho en el monumento” a la bandera, en Rosario, también intentan aportar a la hipótesis planteada.

 

“Se trata de una exposición de envergadura museográfica en una feria de arte que se instala sobre la productiva zona de fricción entre mercado y cultura. La aborda y la cuestiona, ya que el arte contemporáneo implica una reflexión crítica sobre el mundo: tanto el del arte como aquel en el que estamos inmersos”, explica la curadora.

 

La crítica institucional, la biopolítica -los artistas que utilizan el cuerpo como argumento visual de sus obras-, las sexualidades -como el feminismo- y los mapas -que implican una inversión de las lógicas de poder- son a grandes rasgos los ejes que estructuran el montaje de la muestra.

 

Dixit Petrobras aborda además las geografías del arte correo, una forma de internacionalismo poético, distinto de aquel que se impulsaba desde las políticas de promoción internacional insertas en el desarrollismo y distinto también del internacionalismo de izquierda activado antes de la segunda gran guerra.

 

“La contemporaneidad tiene más que ver con una condición que con una definición. No se trata de ordenar síntomas ni de establecer entre ellos jerarquías. Se trata de seguir las mutaciones que en el arte contemporáneo nos permiten entender mejor y sentir la complejidad del tiempo en el que estamos inmersos”, concluye Giunta.

 

 

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