Interesados por la comunidad, trasladaron su profesión a un escenario en red con teléfonos inteligentes.

El 2020 trajo aparejados desafíos inesperados que han inspirado a personas a ser más creativas y descubrir la importancia de mantenerse conectadas. Las tecnología cobró protagonismo y la socióloga Brené Brown llamó a este grupo de individuos “risers” y los identificó por no tener solo una meta diaria, sino un claro propósito. De todas las edades, etnias y géneros, están dispuestos a expresarse y utilizan nuevas herramientas y dejan impacto en la sociedad.

En Argentina, Motorola se reunió con nueve risers del país para conocerlos, potenciar e inspirar a otras personas a aprovechar el poder de la tecnología para conectarse, entretener y motivar al mundo en torno a ellos. La marca, que continúa buscando risers, estará contando sus historias, y cómo la tecnología ayudó a darle voz a sus proyectos, a partir de esta semana en las redes oficiales:

· Brenda Mato: la búsqueda por visibilizar la diversidad corporal. Los prejuicios van más allá de las opiniones y se pueden convertir en nocivos para la vida de las personas que los sufren. Brenda Mato es una riser que forma parte del activismo gordo, un movimiento que reivindica la existencia de estas corporalidades y busca visibilizar y cuestionar la violencia sistemática que sufren las personas gordas en distintos ámbitos de la vida. Además, es una de las implulsoras de la Ley Nacional de Talles. Brenda se define como “una creadora de espacios y una cuestionadora incansable” y dice que la motiva su propia historia “que nadie más pase lo que tuve que pasar yo”.

· Bruno Rodríguez: militancia por el cambio climático. Un discurso de Greta Thunberg y su accionar para concientizar sobre el cambio climático fue el detonante y, a partir de ahí, Bruno Rodríguez se interiorizó en el tema y encontró su propia voz. En menos de dos años fundó un movimiento argentino, Jóvenes por el clima, impulsó y militó para que se sancionara la emergencia climática por el calentamiento global y fue elegido por Naciones Unidas entre 7000 jóvenes para participar de la Cumbre de Jóvenes por el Cambio Climático en Nueva York.

· Cristian Balestro – Proyecto La Combi: una Volkswagen modelo ’86 lleva el séptimo arte por el país. Todo comenzó casi por casualidad hace más de dos años en Cachi, una pequeña localidad de Salta en la que Cristian Balestro decidió proyectar una película en el paredón de una capilla, allí se acercaron chicos y le preguntaron si podían quedarse. La Combi propone, mediante una solución de cine móvil, fomentar la cultura y contribuir a la promoción del cine en lugares de Argentina donde nunca vieron una película en la pantalla grande. Escuelitas rurales, hogares de ancianos y la plaza misma de un pueblo, “Son espacios muy vulnerados, muy abandonados y al llegar con nuestra propuesta y compañía recibimos respuestas muy cálidas que nos impulsan a seguir adelante”.

· Gino Tubaro: el Capitán Atómico. Gino es inventor, desde muy joven sorprendió a los argentinos y al mundo entero con su propuesta de prótesis gratuitas para niños. Hoy en día, desde su laboratorio Atomic Lab, sigue desarrollando nuevas formas de transformar a los más chicos “en súperhéroes”. “Prefiero hacer más que contar” dice, y ese es el motor para seguir apostando a la creación de soluciones innovadoras para ayudar a las personas con discapacidad a vivir sin límites.

· Irene Sexer y Andy Kogan: alegría intensiva. Irene es actriz y clown, y Andrés es médico pediatra, su propósito es mejorar la calidad de vida de los niños que están hospitalizados, a través del clown y del arte en general. Ambos son, director ejecutivo y directora artística de la ONG “Alegría intensiva, payasos de hospital” que lleva música, teatro y clown a las salas de pediatría de hospitales. Su presencia “mejora la calidad de internación de esos chicos, sin duda”, entiende Andrés, “para poder transformar desde el arte esa experiencia y la propia mirada de la vida”, comenta Irene.

· Jean Maggi: el límite infinito. Juan Ignacio Maggi es cordobés, desde pequeño sufrió poliomielitis lo que le generó la imposibilidad de movilizarse con normalidad. La enfermedad, detectada en su primera infancia en momentos en que debía comenzar a caminar fue un desafío para los médicos, sus padres, sus hermanos y posteriormente para la ciencia. Acompañado por su familia y sus amigos, Jean fue superando los obstáculos físicos, logró desarrollarse profesionalmente, formar una familia, tener hijos, pero a los 37 años sufrió un infarto. Los médicos le recomendaban moverse, sus piernas se lo impedían. En realidad eso fue lo que pensó en un primer momento, hasta que comenzó a practicar todo tipo de deportes adaptados alcanzando logros personales impensados. En 2015 hizo cumbre en el paso Khardung La, una de las rutas para vehículos motorizados más altas del mundo, ubicado en la cordillera del Himalaya, con una bicicleta de mano y creó una fundación para acercar esta herramienta a quienes la necesiten. Jean dice que “cada uno tiene su rol en este mundo. Avanzados mis 50 años, descubrí que debía demostrar que no hay imposibles. Y entendí que mi sed por cruzar límites era útil para muchos.”

· Jerónimo Batista Bucher: mirar el vaso medio lleno. Con tan solo 22 años, Jerónimo es científico e inventor y está dando que hablar por sus creaciones capaces de transformar el mundo en un lugar mejor. A temprana edad creó Sorui, una máquina que produce y dispensa vasos biodegradables generados a partir de extractos de algas para mitigar los desechos de vasos descartables. “Me motiva saber que si no actuamos ahora y con contundencia, el problema se sigue agigantando”, dice.

· Juan Zemborain: la inclusión empieza desde casa. Juan junto a su hijo Santiago, que tiene autismo se hicieron conocidos cuando cumplieron el gran sueño de cruzar la Cordillera de los Andes en un tándem. A partir de ahí, adoptaron este deporte como forma de vida y gracias a la tecnología pudieron compartirlo con el mundo. También crearon la Asociación Empujando Límites, que se propone inspirar a otras familias para que puedan compartir con sus hijos algo apasionante, sano e inclusivo. Juan cuenta “sé que el resto de lo que me quede lo vamos a pasar juntos, no concibo la vida sin divertirme, nuestra idea es pasarla bien”, y determina que “la única manera de que haya inclusión es empezando por casa”.

· Melina Masnatta: la tecnología como herramienta transformadora. Emprendedora social en temas de Educación y Tecnología, que promueve el cambio sistémico y el liderazgo colaborativo, Melina también es una de las cofundadoras de Chicas en Tecnología, una iniciativa que busca disminuir la brecha de género en el desarrollo de aplicaciones y tecnología. “Es fundamental que las mujeres recuperemos el lugar que supimos tener en la tecnología. No es una tarea solamente nuestra. Es una responsabilidad colectiva”, dice.