Abrir Danza Abierta fue un ciclo realizado en 1981, 1982 y 1983, que supo desafiar a los límites y persecuciones impuestas también al arte por la dictadura militar (1976 – 1983). Por eso, el Centro Cultural Kirchner (CCK) lo homenajeó, con representaciones de aquellos valientes participantes de las artes escénicas, a 40 años de la recuperación de la democracia en Argentina. En la cúpula, el pasado miércoles, más de 20 coreógrafos, directores y bailarines de las tres ediciones de Danza Abierta compartieron con el público sus recuerdos de aquella época. Algunos reconstruyeron imágenes, otros llevaron vestuarios y los más fuertes recrearon fragmentos de las coreografías montadas para el ciclo. María Esther Castello, coreógrafa y bailarina, afirmó que “Danza Abierta fue no sólo un momento de ebullición de la danza sino de encuentros de los que no se encontraban”.
En paralelo al Teatro Abierto, bailarines y coreógrafos conformaron un espacio de creación y resistencia que se presentó en los escenarios e incluso algunos desafiaron la prohibición de reunión y uso del espacio público en la Ciudad de Buenos Aires, con representaciones que llegaron a las calles. En sus tres ediciones participaron artistas de amplia trayectoria, como las presentes en el homenaje del miércoles, Margarita Bali, Alicia Orlando y Mecha Fernández; aunque no hay que olvidar que también fueron protagonistas María Fux, Vivi Tellas e incluso la cantante Fabiana Cantilo.
Una crónica del diario Clarín, fechada el 23 de noviembre de 1981, tomaba la voz de uno de los organizadores, quien explicaba que “resulta obvia la disparidad de niveles y las exigencias de este tipo de agrupamientos, porque nadie censuró ni supervisó el material con que cada uno de los convocados acercó al nucleamiento”. Por temor, este productor un poco se desligaba del contenido, ya que podía ser considerado “subversivo” por las autoridades dictatoriales; a su vez que resaltaba la libertad y ausencia de una revisión previa de las obras representadas.
Judith Wiskitski, participó de la edición 1982, en el Teatro Blanca Podestá (hoy Multiteatro). Explicó que “las fotografías que cada uno de nosotros guarda cuidadosamente son una protección contra el paso del tiempo, miro las imágenes e intento reponer aquello que fue, al mirar detenidamente, lo que se me revela es un repertorio/recuerdo de gestos, de cuerpos en movimiento”.
Wiskitski fue parte del elenco de la obra Bowling o el Orden Establecido, con coreografía de Adriana Barenstein y música de Astor Piazzola (Adiós Nonino), intervenido por sonidos de los golpes de los bolos lanzados por los jugadores.
La bailarina propuso al público realizar parte de la coreografía: “Elegí este recuerdo porque todavía mi cuerpo conserva, muy viva, la gestualidad de esa obra. Curiosamente hay un gesto en particular que se resiste obstinadamente al olvido, es más, lo quisiera recordar aquí y ahora, y me gustaría invitarlos a que lo hagan conmigo. Bueno, lo que acabamos de hacer es el gesto conocido como Corte de Manga”
Ese gesto, que era una comunicación no verbal que “tenía un destinatario mayor… la Dictadura de Estado que había instalado una sistematización del accionar represivo y mecanismos de control autoritario sobre la sociedad y en particular, sobre el arte”
Cuarenta años más tarde, ese espíritu contra el autoritarísmo está presente. Y una nueva generación pudo acceder a esas memorias, también a través de fotos, postales y afiches exhibidas. La jornada concluyó con una versión del candombe Siga el baile, de Alberto Castillo, como una invitación a que la danza siga viva.
La iniciativa contó con la curaduría artística de Susana Tambutti y la coordinación de Inés Armas e Irene de la Puente, y tiene un equipo de colaboradores compuesto por Adriana Barenstein, Alicia Orlando, Mónica Fracchia, Sergio Pletikosic y Sandro Nunziata. Además, cuenta con la asesoría de archivos de Laura Chertkoff
El último encuentro se realizó el viernes con entrada libre y gratuita, donde las coreógrafas Rhea Volij, Mabel Dai Chee Chang, Vivian Luz y María José Gabín recordaron sus obras estrenadas en la edición de 1983 de Danza Abierta, interrogando sus coreografías desde este presente, con “una mirada que habita otro tiempo y otras condiciones sociales e históricas muy diferentes del momento en que fueron concebidas”.