El sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes, tanto en nuestro país como en todo el mundo occidental, se ha transformado en una epidemia en los últimos años. Según la Organización Mundial para la Salud, Argentina presenta el mayor porcentaje de obesidad infantil en niños menores de 5 años, con una tasa de prevalencia del 7,3%. Según una encuesta realizada en el año 2012 por el Ministerio de Salud de la Nación, 1 de cada 3 adolescentes entre 13 y 15 años tienen sobrepeso u obesidad.
El peso en la infancia -sobre todo en la pubertad y adolescencia- determina el peso que tendrá una persona durante su vida adulta. El exceso se asocia con enfermedades cardíacas, como la hipertensión arterial, dislipidemias e infartos, la diabetes, los problemas respiratorios como apneas del sueño y otras patologías como las psicosociales.
Es fundamental que todos los niños sean controlados por sus pediatras. El diagnóstico de obesidad debe realizarlo su médico teniendo en cuenta la proporción entre su peso y su altura, que se realiza a través del Índice de Masa Corporal (IMC, o BMI por su sigla en inglés). Para eso, los pediatras y especialistas cuentan con tablas que permiten evaluar qué grado de sobrepeso, en caso de diagnosticarse, presenta cada niño.
Dentro de los casos de obesidad infantil, el 95% se deben a causas exógenas, es decir que no son secundarias de otra enfermedad o síndrome. La obesidad exógena tiene causas tanto ambientales – es decir dependiente de los hábitos de alimentación y el sedentarismo-, como causas genéticas. En aproximadamente 60 a 70% de los casos de obesidad infantil, se encuentran antecedentes de obesidad familiar.
Desde el punto de vista cultural, son varios los factores que facilitan la aparición de sobrepeso en nuestra vida cotidiana. Es fundamental actuar sobre los hábitos de alimentación de los chicos desde bien temprano, ya que dichos hábitos son los que permitirán llevar una vida adulta más sana.
Los niños y adolescentes están expuestos a numerosas situaciones en las que llevar una adecuada alimentación les resulta difícil. Tal es el caso de los recreos en el colegio, las salidas o los cumpleaños. En estas ocasiones puede ser casi imposible prohibirles completamente que coman los alimentos que se sirven.
Lo fundamental en estos casos es hacer hincapié en que hay comidas más sanas que otras, y las que no son tan sanas como las golosinas o los snacks, es preferible consumirlos sólo en ciertas situaciones especiales, no todos los días. Por ejemplo, si hay un cumpleaños pueden elegir comer algunas cosas, como papas fritas o una porción de torta, pero en la alimentación habitual de casa trataremos de servir pan, tostadas o cereales en vez de galletitas rellenas.
A partir de cierta edad, los chicos comienzan a pasar cada vez más tiempo fuera de casa y los adolescentes tienen numerosas actividades extraescolares, por lo que se llevan comida de casa o compran fuera de ella. Es importante en estos casos lograr que la alimentación sea saludable, nutritiva y por supuesto que siga siendo rica. Es recomendable incluir dentro de la vianda alimentos de todos los grupos de la pirámide nutricional en la proporción adecuada, es decir más proteínas (como carnes y lácteos), hidratos de carbono (como pastas, verduras y frutas) y evitar comidas con alto contenido de grasas de azúcar como papas fritas o algunos alimentos congelados. Algunas viandas saludables podrían ser tartas de verdura, ensaladas con pollo, atún o arroz y frutas como postre o como colación.
Hay que tener en cuenta que, para que los chicos elijan alimentos saludables fuera de casa, tienen que haberlos comido y elegido dentro de ella. Es en este punto donde, tanto los padres como los pediatras y especialistas, podemos ayudarlos.
Es imprescindible prevenir la obesidad desde edades tempranas, tanto a través de la adquisición de hábitos alimentarios saludables, como promoviendo la actividad física.
Fuente: Infobae