Buenos aires cuenta con un gran capital cultural, especialmente en lo que se refiere a libros y cultura bibliofila. Quien desee hacer un tour literario podrá encontrar varios lugares para visitar y conocer el capital librero porteño.
En San Telmo, justo en la esquina de Alsina y Bolívar, el texto de la placa lo dice todo: “Aquí funcionó la primera librería de Buenos Aires”. También conocida como Librería de Avila, la Librería del Colegio debe su nombre a la proximidad con el Colegio de San Carlos, hoy Nacional de Buenos Aires. Bajo el nombre La Botica, abrió en 1785, en la por entonces esquina de Potosí y Santísima Trinidad. Allí se vendió en 1801 el primer periódico de Buenos Aires; en esa época, los libros llegaban desde el Alto Perú. Por sus salones pasaron Sarmiento, Alberdi, Mitre, Avellaneda y muchos más. El viejo local fue demolido en 1926 y en su lugar se construyó el actual edificio. Hoy pueden encontrarse incunables y hasta ediciones en chino del Quijote. En el café literario del subsuelo se hacen presentaciones de libros, charlas y conferencias.
Pero no sólo de historia viven los lectores. Librerías Turísticas SA (Paraguay 2457) lo demuestra. El licenciado en turismo Mario Banchik la inauguró en 1988 para suplir la ausencia de un espacio dedicado a la bibliografía especializada en viajes. Ideal para viajeros extranjeros, gente del rubro o argentinos con ganas de salir a pasear por el mundo. Si hay un espacio emblemático de la cultura porteña, ése es la librería Clásica y Moderna (Av. Callao 892) donde se conjugan literatura, espectáculos musicales, exposiciones plásticas, café y gastronomía. Integrante del circuito de bares notables y Sitio de Interés Cultural, fue fundada por Francisco Poblet en 1938. Especializada en libros de disciplinas humanísticas, allí se respira “olor a historia”.
Muy cerca, Zivals (Av. Callao 395), es más disquería que librería, pero el hecho de encontrarse en la esquina de la calle Corrientes, una de las más características de Buenos Aires, le da un aire tradicional. A los libros clásicos y las novedades suman catálogos importados de música clásica y jazz. La librería La Ciudad (Maipú 971), dentro de la Galería del Este, fue bautizada así por inspiración de la novela La ciudad junto al río inmóvil, de Eduardo Mallea. Fue testigo de la efervescencia creativa de los años 70 y por ella pasaron Mujica Lainez, Sabato, las hermanas Ocampo, Bioy Casares, Beatriz Guido y otros escritores argentinos, y artistas plásticos como Antonio Berni, Norah Borges y Pérez Celis. Otra obra famosa, pero en este caso de Jorge Luis Borges, inspiró el nombre de una librería con personalidad, El Libro de Arena (Aráoz 594), en Villa Crespo. Desde 2009, se dedica exclusivamente a la difusión y venta de libros infantiles y juveniles: nacionales, extranjeros, joyitas y rarezas. Tiene bibliotecas, mesitas, sillones y múltiples programas de actividades. Funciona junto a Calibroscopio, un proyecto editorial de LIJ, distribuidora mayorista.
Sin dudas, El Ateneo Grand Splendid (Santa Fe 1860) es la gran librería de Buenos Aires, elegida por el periódico británico The Guardian como la segunda más linda del mundo. En ese sitio, en 1919, se inauguró el Cine Teatro Gran Splendid y aún conserva la cúpula original, los balcones, la ornamentación y el telón de terciopelo. En lo que fueran las plateas y los palcos hay sillones para que el visitante pueda sentarse a leer cualquier libro sin obligación de comprarlo. Donde estaba el escenario se encuentra un coqueto café, con piano. Hay 120 mil títulos en stock, además de disquería, venta de filmes en formato DVD, libros para niños y piso para exposiciones.
El barrio de Palermo esconde sorpresas. La primera, Eterna Cadencia (Honduras 5574), librería-café-restóbar, ámbito para charlas y talleres. Crackup (Costa Rica 4767) a su turno, fusiona librería, café y eventos. A pesar de que no es “librería de viejo”, ofrece incunables y ediciones especiales a precios razonables. Las mesas en la vereda le dan un toque de aire libre a las páginas. Por último, Libros del Pasaje (Thames 1762) tiene un salón que evoca una típica casona vieja de Palermo donde, como en La Bodeguita del Medio de La Habana, una pared colectiva da testimonio de las huellas que la gente ha dejado bajo el lema “Libros pase lo que pase”.
Fuentes consultadas: Perfil