El 30 de noviembre es el Día del Teatro Nacional. La elección responde a que en 1783 se inauguró el Teatro de la Ranchería, en la intersección de las actuales calles Alsina y Perú, el primer espacio donde se representaron piezas dramáticas en el Buenos Aires colonial. El Decreto Presidencial N° 1586 del Poder Ejecutivo Nacional de 1979, por iniciativa del Instituto Nacional de Estudios de Teatro (INET) estableció el día.

Carlos Rottemberg, Javier Daulte, Ana Alvarado, Maruja Bustamante, Sebastián Blutrach, Daniel Veronese y Mariano Tenconi Blanco, representantes de nuestra industria teatral, se refieren a esta conmemoración, la situación del teatro hoy y los cambios provocados a partir de la pandemia.

Carlos Rottemberg

Empresario teatral, productor, presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (AADET)
“Este Día del Teatro Nacional tiene un significado muy especial después de estos 21 meses vividos. Creo que tiene mucho que ver con esta comunión y sinergia que se dio entre toda la gente de las artes escénicas, ante un flagelo sanitario que afectó al mundo, a nosotros, a nuestro país y a la actividad. Yo creo que hay una actitud solidaria que se nota más que antes, incluso y no creo que haya cambios desde el punto de vista de las temáticas o de los contenidos. Si creo que hay mayor voluntad de cuidar el regreso y haciendo mucho foco en lo sanitario.

La actividad teatral excede al mero espectáculo, excede a lo que se visibiliza en los escenarios. Siempre el teatro en Argentina acompañó todos los movimientos sociales, económicos, políticos. Hay infinidad de muestras de eso, una de las más emblemáticas de la época contemporánea tiene que ver con Teatro por la Identidad. Pero así todo, y así fue también, lo que motivó una gran pancarta en avenida Corrientes, que tapaba el frente del Multiteatro Comafi diciendo “en marzo del 2020 bajemos el telón para cuidarnos. Habrá tiempo para volver al teatro”.

Yo creo que nuestra actividad, en el Día del Teatro Nacional, celebra el crédito por haber acompañado la época también en la situación de pandemia, no haber apurado los tiempos, incluso en una actividad donde, mayoritariamente, los protagonistas no tenían restos. Sin embargo nunca tuvimos la duda de anteponer lo sanitario a cualquier interés personal y, obviamente, acompañando con el segundo ojo, también lo que tenía que ver con los protocolos para el regreso, más pronto, al teatro”.

Javier Daulte

Guionista, dramaturgo y director de teatro

“Lo primero que me hace pensar esta conmemoración es en la gran comunidad teatral que conformamos los que hacemos teatro a todo lo largo y ancho de nuestro país. Pienso en la impactante vitalidad de nuestro quehacer. Pienso en la presencialidad que hemos recuperado, espero que definitivamente.

La pandemia afectó terriblemente a nuestro teatro. Sobre todo durante el confinamiento. Sin presencialidad no hay teatro. Puede haber otras cosas. Pueden crearse modos para seguir experimentando. Pero no será teatro. Porque el teatro es, por definición, una experiencia de encuentro, entre artistas y entre artistas y la comunidad. Por otro lado, la pandemia y sus nefastas consecuencia económicas, ha afectado a muchos artistas y espacios de manera extrema, al punto de que la dificultad de subsistir ha torcido y/o cancelado sus caminos.

Creo que en el regreso muchos han podido volver a la situación previa a que todo se detuviera. Aunque eso no es necesariamente bueno. También hemos retomado nuestros viejos problemas. En términos de contenidos seguramente algo de la pandemia ha teñido muchas creaciones y los efectos emocionales aparecen en la poética de algunos teatristas. Lo que fue, a mi parecer, muy emocionante, fue la alegría de la vuelta, tanto de los artistas como del público.

Los artistas tienen una herramienta fundamental, que ha sido clave en todas las épocas y latitudes: la imaginación. Esa es nuestra varita mágica. Sin ella no habría arte. Con ella somos capaces de afrontar las adversidades más complejas, injustas y duras. Pero también es cierto que a veces la adversidad puede ser altamente nociva y hasta letal”.

Ana Alvarado

Autora, directora y docente de teatro

“El Día del Teatro Nacional es siempre un momento de reflexión sobre el estado de nuestra actividad, además de la conmemoración de una comunidad orgullosa de su historia. Este año hay muchos temas para evaluar. La capacidad de resistir, la fragilidad económica y la potencia del deseo de hacer de quienes ejercemos la práctica escénica, representa a esta etapa pandémica.

En la etapa de pandemia el teatro se expresó a través de esos tres puntos: con gran capacidad de producir aún en este contexto complejo, con la construcción de nuevas organizaciones y asociaciones que puedan representarlo en el contacto permanente con las instituciones que apoyan y subsidian a esta actividad y con la fuerza de su aparición presencial apenas pudo hacerlo.

El regreso por ahora es una fiesta, una ceremonia explosiva, amorosa y necesaria. Luego vendrá la reflexión sobre lo que puede continuar del mismo modo que antes de la pandemia y lo que habría que modificar.

La adaptación a lenguajes que permitieran la comunicación con el público, a través de las plataformas virtuales, fue uno de los procesos de aprendizaje que se eligió. En otros casos se esperó hasta poder demostrar que ir al teatro era seguro y que se respetaban los protocolos. Los cambios se están procesando, la comunidad teatral sabe que el regreso a lo mismo no es posible ni deseable. Estamos en la etapa de recuperar a nuestro público y de entender que hay nuevos públicos y nuevos hábitos a tener en cuenta en lo que está por venir”.

Maruja Bustamante

Actriz, directora, dramaturga y cantante

“Yo soy teatra vieja ya y para mí todos los días son teatro. Cada día siento cosas diferentes respecto a la actividad que más amo. Como pasa con todo lo que se ama. Desde cierto descontento o vacío a una euforia inimitable. El teatro me dio y me limitó. Todo es teatro para mi.

No puedo saber cómo afecto a todas las personas que hacen teatro la pandemia, sé que fue duro. Que tuvimos que ayudar a muches.

Yo soy paciente y trato de ver cómo sobrevivir siempre. El teatro es una manifestación muy antigua. Se ha ido renovando, no debería dejarse tirar por esta pandemia.

Ahora el teatro vuelve. Y la gente por suerte está interesada en él. Al principio tuvo más miedo pero el teatro es seguro, estar sentada en una butaca es una acción muy a salvo. El teatro, además, es encontrarse con otros cuerpos. Algo que la pandemia nos negó. De pronto el teatro nos brinda varias de las cosas que la pandemia nos quitó. Quién lo diría!

Para mí no hubo grandes cambios, en esta nueva etapa. De hecho estamos medio cansadas. Cuesta más mover el cuerpo. Creo que les jóvenes hacen cosas un poco más rotas, que tienen formas mutables. Puede ser que haya un gesto mutable. Pero no diría que esté pasando el teatro en general. El teatro mutable lo están haciendo quienes se dieron cuenta que quizá el teatro no pueda estar siempre adentro del teatro, de verdad. Hay más performances escénicas, sitios específicos, diálogos con tecnología, diálogos con internet, videojuegos, redes, etc, lo cual me parece fantástico. Yo soy una entusiasta”.

Sebastian Blutrach

Productor teatral, gestor cultural, asesor de contenidos, programación artística y producción en el Teatro Nacional Cervantes

“Nuestro Teatro Nacional Cervantes es un edificio teatral que se celebra todos los días honrándolo con el trabajo artesanal del teatro. Eso se ve plasmado en “La Comedia es peligrosa” hoy en cartel con 100% de aforo. Sin duda, después de estos dos años tan duros, es emocionante y genera alegría.

La pandemia afectó a nuestro teatro como a toda la sociedad pero más, ya que nuestra actividad fue de las más damnificadas, porque el Teatro es un lugar de encuentro, y eso fue interrumpido. Pudimos salir a dar la batalla produciendo 33 obras del mayor concurso federal de dramaturgia que recuerde, con más de 1600 textos. Fue duro, pero fue un desafío donde salimos a flote por el compromiso, casi épico, de trabajadores y trabajadoras teatrales, fue duro pero de pie.

Es fuerte el regreso, hay ganas de parte de artistas y públicos, pero ha sido largo el parate. Miedos razonables, crisis económica, el teatro, como siempre, acompañará el crecimiento del país, y siempre pujante desde lo creativo.

El teatro en general se adaptó bien a los cambios, faltan grandes espectáculos aún. El teatro argentino se adaptó mejor aún. Como siempre acá tenemos grandes talentos para adaptarnos, cualquier escenario en Argentina es un teatro por más que fuera pensado para otro uso, es parte de nuestra idiosincrasia y sale pujante y revitalizado como siempre lo hizo ante las adversidades.

Daniel Veronese

Autor y director teatral

“La conmemoración del Día del Teatro Nacional genera en mí la necesidad de festejar, de evocar, lo valioso que es nuestro teatro para nosotros y para el mundo.

La pandemia lo desactivó por completo. El teatral fue uno de los terrenos más castigados; como profesión, como fuente de ingresos para los actores y demás trabajadores teatrales, fue simplemente devastador y, sumado a la pérdida del continente afectivo que también se pone en juego en cada función, fue muy cruento soportar esta situación durante estos meses.

Hoy veo al teatro poniéndose de pie de a poco. En la medida que el público vuelva a acompañarnos como antes, la pandemia será un mal recuerdo.

Más allá de lo protocolar de las salas, el teatro creo que comenzó esta nueva etapa como había dejado, con actividad múltiple, con ingenio y creatividad. Podrán sobrevivir algunas reuniones en zoom para resolver cosas pero la presencialidad demuestra que no hay otra forma de conectar y de generar contenidos teatrales”.

Mariano Tenconi Blanco

Dramaturgo y director de teatro

“Creo que conmemorar el Día del Teatro no pasa por marcar una fecha en el calendario sino por llevar adelante acciones reales. El teatro de Buenos Aires (hablo por la ciudad en la que vivo, que es donde conozco más) es el mejor de toda Iberoamérica. Sin embargo, siento no solo que eso no es reconocido, sino que ni siquiera lo saben nuestros funcionarios. Sería hermoso reconocer al teatro argentino a la altura de su enorme talento. No se hace mejor teatro en idioma castellano que en Buenos Aires.

La pandemia afectó muchísimo a nuestro teatro. En 2020 fuimos los primeros en cerrar mientras en los estudios de televisión había gente cocinando, comiendo, bailando, gritándose. Y hubo una enorme falta de imaginación y una gran lentitud para que podamos volver a trabajar. En 2021 creo que sí se atendió a que el teatro podía funcionar de un modo seguro y que ocupa una parte central de nuestra vida cultural, y pudimos tener un año con trabajo. Igualmente la pandemia afectó enormemente a nuestra actividad, con salas que cerraron y ya no abrirán, y colegas que no pudieron resistir y ahora están trabajando en otra actividad, si es que lograron conseguir un trabajo.

En esta etapa de regreso lo veo fantástico al teatro. El tiempo sin poder ofrecer nuestras obras hizo que los espectadores valoren aún mucho más la posibilidad de estar en un teatro. Y en esta ciudad hay un público de teatro activo, fanático, que sabe de la maravilla que es el teatro de Buenos Aires. Así que el regreso del teatro se ha vivido como una fiesta.

El teatro argentino se adaptó a todos los protocolos exigidos por las instituciones de salud para poder funcionar de un modo seguro para los artistas y los espectadores. Necesitábamos y necesitamos seguir trabajando, encontrando el modo de hacerlo en estas circunstancias. Primeramente, porque somos personas que tenemos que pagar nuestras cuentas y llevar un plato de comida a la mesa. Y segundo, porque me parece muy triste dejarle el patrimonio de las ficciones a las plataformas de streaming y que la gente se encierre a mirar policiales daneses filmados con drones. El teatro construye identidad, lazo, comunidad. Los cuerpos de los actores y actrices, habitando un mismo espacio físico con los espectadores, nos dicen algo muy profundo de nosotros mismos, de nuestra herencia, de nuestra manera de hablar, de nuestros gestos, aunque ese no sea el tema de la obra. Nada puede sustituir al teatro”.

La historia del primer teatro

Durante el período colonial Buenos Aires carecía de un edificio teatral estable. Las manifestaciones teatrales se asociaban a los ámbitos religioso y político. La ciudad tuvo un vertiginoso crecimiento al designarse capital del Río de la Plata, y surgió un gran público para las diferentes manifestaciones artísticas y culturales. Hacia 1783 las representaciones teatrales eran aisladas, gratuitas pero costeadas por ciudadanos de la elite porteña. Entonces, el Virrey Vértiz, dispuso que continúen de forma paga y que los fondos se destinen a la Casa de los Niños Expósitos. Consultó al Cabildo la conveniencia de la instalación de un teatro, para “proporcionar al considerable pueblo, que ya tiene esta Capital, alguna onesta (sic) diversión pública”. El Cabildo dio su aprobación, con algunas restricciones.

Esto fue el desencadenante de la fundación del Teatro de La Ranchería. El emplazamiento del teatro se haría en el patio de la Ranchería (lugar que los jesuitas destinaban para alojamiento de los negros), que dio origen a su nombre. El 30 de noviembre de 1783 quedó oficialmente inaugurado el Teatro de la Ranchería. El 16 de agosto de 1792, durante la celebración de fiestas patronales, un incendio, provocado por un cohete, destruyó la sala por completo.