Acaban de lanzar un mapa que valoriza 50 maravillas arquitectónicas de esa corriente que brilló en el fin de siglo, hace más de 100 años. Los secretos de obras como el edificio Otto Wulff y la Casa de los Lirios.
Algunos ostentan su belleza desde la fachada: el Casal de Cataluña, por ejemplo, ornamentado y llamativo, atrae como un tesoro en el corazón de San Telmo. El Palacio de los Pavos Reales, de Virginio Colombo, en Balvanera, también: es fastuoso por fuera pero también lo es por dentro, con sus bellísimos diseños de coloridos pájaros. Y la Casa de Los Lirios, célebre por su frente ondulado que sobresale en la avenida Rivadavia al 2000, donde vivieron el fotógrafo Alejandro Kuropatwa y también Fito Páez, es otro símbolo que aún hoy exhibe esa época dorada de la arquitectura porteña. Otros están en estado de abandono, son los que necesitan un rescate urgente. Como la Confitería del Molino, frente al Congreso. Pero todos, por fuera, o por dentro, tienen piezas exquisitas del Art Nouveau porteño. Para descubrirlas y resguardarlas, una asociación sin fines de lucro acaba de lanzar un mapa que identifica a 50 edificios representativos de este lenguaje y hasta ubica a Buenos Aires, nada menos, como la ciudad sudamericana con mayor riqueza en esta corriente de arquitectura.
El mapa, que fue lanzado por la Asociación Art Nouveau de Buenos Aires (AANBA), tiene cinco recorridos que pasan por distintos barrios (San Telmo, Recoleta, Congreso, Balvanera y Centro) y con él apuntan tanto a vecinos de la Ciudad como a turistas que buscan experiencias no convencionales: recorrer las calles con otros ojos, con cuidado y memoria y también con fascinación. El mapa se consigue gratis en hoteles, comercios, oficinas de turismo y de tours, edificios Art Nouveau, librerías, kioscos de revistas, museos, lugares turísticos y hasta en Internet. Y se completa con una serie de tours personalizados que los mismos especialistas armaron para descubrir, en un paseo a pie, los grandes secretos detrás de estas construcciones.
El emblemático edificio y pasaje Barolo, del italiano Mario Palanti, faro de Buenos Aires, está teñido de Art Nouveau en sus molduras pero además es un verdadero rompecabezas sincrético, incluso arquitectónico, con influencias Art Decó e hindúes: hecho en homenaje e inspiración de la Divina Comedia de Dante, tiene un sinnúmero de referencias ocultistas, tales como la repetición de múltiplos del número 3, un símbolo de la masonería. El caso del Palacio de los Pavos Reales es un ejemplo del modernismo catalán encabezado por el inigualable Antoni
Gaudí: alejado de circuitos turísticos convencionales, está lleno de tesoros para conocer. Y también de historias: firmado por el maestro italiano Virginio Colombo, se muestra en Rivadavia al 3200 con más de cien años (es de 1912): fue el más alto de su entorno y su frente es único: con c uatro pares de pavos reales enmarcando los balcones y otros tantos leones, es una pieza que revela el rescate de la naturaleza tan propio del espíritu Art Nouveau. Ese es un edificio con misterios por conocer. Pero no es el único: en lo alto de la fachada de la Casa de Los Lirios, otra obra extraordinaria del argentino Rodríguez Ortega (1905), que recuerda al catalán Gaudí, hay una figura que unos identifican como Poiseidón y otros como Eolo; cualquiera sea el dios, aparece con largos cabellos que simulan el movimiento del viento. Sobre la misma fachada, además, caen las flores que le dan el nombre y que están inspiradas en el Art Nouveau francés.
En San Telmo, en cambio, hay otra línea. El Edificio Otto Wulff, de Belgrano y Perú, es obra del danés Morten F. Rönnow y es de estilo Jugendstil, como se denomina al Art Nouveau en Autria y Alemania. En pie desde 1914, fue creado como sede diplomática del imperio austrohúngaro y tiene tantos detalles como mitos. Tanto el mapa como los tours buscan eso: revelar el uso cotidiano de estos palacios magistrales, pero también contar sus orígenes, para qué fueron hechos y por qué son hijos que la inmigración trajo de las corrientes artísticas europeas; qué huellas dejaron y por qué tienen que ser resguardados.
“Por eso el objetivos del proyecto es difundir estas construcciones para que de esa manera sean revalorizadas y preservadas, posicionándolas como un bien cultural que pertenece a todos”, sintetizó Willy Pastrana, presidente de la AANBA, la asociación que integran profesionales de distintas áreas (www.near-art.com).
Y otra misión: impulsar un proyecto para que la Ciudad sea declarada Capital Latinoamericana del Art Nouveau. Para Luis Grossman, arquitecto y director General de Casco Histórico, es una misión justa. “El Molino o la Güemes fueron primicias para toda Latinoamérica. Buenos Aires fue vanguardia en el tema arquitectónico. Y por eso es un planteo válido”, destacó.