La Calculadora del cuidado, una plataforma para medir el tiempo que llevan las tareas domésticas y no remuneradas, junto con el aporte económico que representan fue lanzada por la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género (DNEIyG).
“La calculadora evidencia cuánto tiempo gastamos en las tareas de cuidado dentro de nuestros hogares. El objetivo es proporcionar una herramienta sencilla que demuestre la desigualdad que existe en la distribución de este trabajo no remunerado, y a su vez genere una transformación”, explicó su directora, Mercedes D’Alessandro.
Las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas son un trabajo fundamental para la economía, porque motorizan todo el sistema productivo. Su valor que se mide en tiempo y reconocerlo es el primer paso para lograr una sociedad más justa e inclusiva y encarar una recuperación económica sostenible. En este sentido, la Calculadora del cuidado pretende demostrar esta realidad.
Yukiko Arai, directora de la OIT Argentina, precisó que esta herramienta se propone “visibilizar y generar conciencia en torno al esfuerzo en tiempo y dinero que significan estas tareas, en particular para las mujeres, dada la distribución desigual que existe en torno a este tipo de trabajo”.
“Estas tareas recaen mayoritariamente sobre las mujeres y les resta tiempo y oportunidades de educarse e insertarse en trabajos remunerados y de calidad. Esta desigualdad se incrementó con la pandemia: la crisis económica se potenció con la crisis de los cuidados y las mujeres, sobre todo quienes son madres y las jóvenes, fueron las más afectadas”, puntualizó D´Alessandro.
El lanzamiento de la app se realizó en el Club San Antonio de Barracas, en el marco de las Diplomaturas en Cuidados Integrales que impulsa el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. La primera calculadora de cuidados diseñada para dispositivos móviles, es una iniciativa de la DNEIyG, junto con la Secretaría de Innovación Pública de la Jefatura de Gabinete de Ministros y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El proyecto fue desarrollado por la ONG Wingu y contó con la colaboración de la Unidad de Ciencias del Comportamiento y Políticas Públicas.