El vivero  estatal ubicado en Parque Avellaneda que provee árboles a las calles de la Ciudad, cumplió 104 años. Con casi dos hectáreas, es un paraíso del reino vegetal en medio de la urbe donde ingenieros agrónomos, floricultores y arboricultores reproducen diariamente plantas que luego engalanarán las plazas y parques porteños.

Cómo trabaja el vivero porteño

La producción de plantas se realiza de dos maneras: a partir de la germinación de semillas, que son sembradas en tierra, y por medio del plantado de esquejes, que son pequeños tallos o gajos que se recortan de las plantas madres. Los gajos se colocan en un cajón con perlitas, un material inerte volcánico que mantiene la humedad para que el pequeño tallo pueda generar raíces y convertirse en una planta. Una vez que salen las raíces, la planta inicia un proceso de traspaso de recipientes que aumentan su tamaño conforme va creciendo. Los floricultores cuentan que dentro de la producción se busca generar colores para los jardineros que, a semejanza de un pintor frente a un lienzo, trazan líneas y crean formas en los parques con flores.

“Nuestro vivero cumple una función destacada en la producción de plantas, flores y árboles. El personal realizó un gran trabajo durante la pandemia para poder entregar esta producción dado que la labor es intensiva y manual”, comentó uno de sus empleados.