La pintora Juana Goyanes, que expuso sus obras en 75 muestras en el mundo y 22 en la Ciudad, dialogó con AlgoPasaBuenosAires sobre su trayectoria y la realidad actual del arte en la Argentina. Nacida en Buenos Aires en la década de 1930, a lo largo de su carrera, obtuvo reconocimientos en Francia: dos medallas de Plata y una de Bronce en los años 1996, 1997 y 1998 otorgadas por la Academia Internacional de Lutece (con sede en París).
Sus obras abarcan desde los paisajes a los retratos de figuras argentinas, así como también en los últimos tiempos, una serie de pinturas dedicadas a los pueblos originarios de América. Se formó en la Escuela Fernando Fader de Buenos Aires y el Atelier Morel d’Arleux de París.
Comienzos
¿Cual fue su primer encuentro con el arte?
A los 10 años ya dibujaba todo: las chicas de Divito (José Antonio Guillermo Divito fue un caricaturista e ilustrador argentino que cambió el humor gráfico argentino al dirigir “Rico Tipo”, 1944-1972) y lo que salía en las revistas. Hacía retratos a lápiz; los deseos de dibujar nacieron conmigo.
¿Cuando decidió iniciarse profesionalmente?
Siempre quise dedicarme al dibujo, pero la vida no me lo permitió porque tuve esposo y tres hijos: hasta que no se casaron y falleció mi marido, no me decidí a hacer lo que me gustaba. Entonces, ya tenía 60 años, y me puse a hacer lo que yo quería desde los 10 años y que fui relegando, por las tareas de ama de casa, la crianza de los hijos y el trabajo afuera para solventar los gastos del hogar. Empecé y no paré más, porque la pasión me llevó a pintar y a pintar.
Recuerdo que estando con mi hija (que también es pintora) en París, le criticaba la perspectiva. Hasta que un día se cansó y me dijo me dijo: “pinta vos”. Y me convenció de que pintara a los grandes pintores, que son los mejores maestros. Y hasta el día de hoy que no he parado, ya que ahora estoy haciendo retratos.
Maestros
¿Que artistas la inspiraron?
Empecé a pintar los grandes maestros y tuve la mejor lección. Jamás había hecho pintura, fue una cosa que me apasionó; porque el trazo del lápiz es muy largo, pero la pintura corta todos los caminos.
Van Gogh (holandés) y Quinquela (argentino) fueron los grandes que más me inspiraron en mi carrera. Desde el vamos, Van Gogh tuvo un sacudón en mi emoción, porque me pareció que esa cantidad de colores y esos rasgos tan característicos de él, daban la sensación de una obra de arte que se entendían, con el mínimo detalle.
Otro gran maestro que admiro muchísimo es Quinquela Martín, que pintó el trabajo explotado en el puerto de Buenos Aires, donde todos los cuadros demuestran la fragilidad de esos hombres trabajando a grandes alturas sobre un tablón. Realmente es emocionante toda la obra de Quinquela e hice muchísimos cuadros en honor a él: representando escenas de trabajo tan tremendo. Y creo que es un artista nuestro, que realmente desnudó lo que era el puerto de Buenos Aires. Sí, él con su arte lo llevó a todo el mundo. Es quizás el que más admiro.
¿Cuales son las influencias temáticas?
Las influencias que tuve en mi obra artística vienen desde hace muchísimos años, fui una admiradora desde los cinco años, de la República Española, porque mi padre era republicano. Y la Segunda Guerra Mundial fue otra de mis locuras, admirar las luchas de las mujeres contra el nazismo, que fueron muchas veces ninguneadas, pero fueron el alma de la lucha .
Porque los hombres estaban en el frente, pero las mujeres mantenían las industrias, mantenían la vida de los países. Y esto es una de las grandes e conquistas que ha hecho la mujer desde la Segunda Guerra Mundial al incorporarse a la era industrial.
También escritores me han influenciado mucho, como Julio Cortázar o Roberto Arlt. O en Francia, Emile Zola con su denunciada tremenda de la de la corrupción. Siempre me puse del lado de los que sufrían, de la mujeres que peleaban y por eso también mis cuadros representan eso.
Argentina y el mundo
¿Que es lo que resalta de su tiempo en el exterior?
En Francia el grupo de exiliados está muy unido y trabajando siempre para resolver y poder ayudar las luchas en la Argentina y América Latina y convivíamos con todas estas organizaciones. Recuerdo “La Parrilla”, un lugar que tenían los uruguayos revolucionarios para juntar dinero y mandar a su organización. Y era un lugar muy hermoso porque se servía asado criollo y se cantaba la música nuestra y se exponían también nuestros cuadros de América. Fue una de las experiencias más lindas que tuve en Francia, además de los cafés y lugares con las exposiciones.
¿Que repercusión tuvieron las pinturas con las temáticas del tango?
Hicimos una gran exposición en Cuneo, entre otros lugares, con la la organización Italia- Cuba y fue muy grande la sorpresa cuando encontramos que varios italianos que con el tango estaban enloquecidos. Nos decían que caminaban todos los sábados, cincuenta kilómetros para ir a un lugar donde se bailaba tango.
También, en un lugar muy paradisíaco, Tahití, hicimos una exposición y he vendido muchísimos cuadros ahí, incluso vendí uno de tango a un japonés. Los asiáticos están muy interesados en la temática.
Tengo un anécdota. Estaba en el Conservatorio Eslavo de Beaujolais, donde hice una de las exposiciones. Al entrar al aula una mujer entró y vio un cuadro y dijo: “Ese cuadro es para mi marido”. Ella me contó que fue una de las esposas de los fusilados en Trelew (1972), que después de muchos años había hecho de nuevo su pareja en París. Y tenía a este argentino, muerto de nostalgia por el tango.
Obras actuales
¿Que otras temáticas le interesa pintar?
La lucha de los pueblos originarios siempre me llegó al corazón. Es una lucha ninguneada, ignorada, donde las mujeres de esos sectores jugaron un papel tan extraordinario. Las mujeres coyas y hoy Milagro Sala. Todas esas expresiones son las que yo trato de poner en mi pintura para que realmente se conozcan de una buena vez, estas enormes héroes que tenemos en la parte indígena, que realmente tienen que estar a la altura de los grandes. En el Sur ellos no tuvieran un lugar, ya que se le da a las tierras a ese norteamericano o inglés, que se ha comprado media Patagonia. Pero era de esta gente. Entonces, en honor a ellos, yo he pintado un cuadro, que le puse de nombre “El grito mapuche”
¿Como evalúa la pintura hoy?
A mí me parece que lo que caracteriza este momento, es la gran cantidad de mujeres que se han lanzado a la pintura y que por primera vez inundan los los lugares. Esto es lo nuevo y esto es lo que realmente le va a dar un empuje. Entra la lucha por los derechos de las mujeres, por estas grandes manifestaciones que se han hecho para terminar con el machismo barato, que toda la vida hemos sufrido y que realmente abre una nueva perspectiva a la pintura y se va a ver reflejada esa lucha.
¿Cuales son los criterios para retratar a figuras públicas ?
Antes, tuve un período que dibujé y pinté paisajes argentinos. Y de repente dije: voy a empezar a hacer retratos de la gente que admiro, de la gente que quiero. Y así en 2020, con el retrato de Alberto, de Cristina y los que se iban destacando del gobierno que empezaba, luego del desastre.
Y tengo un montón de cuadros de gente como Pino Solanas, Roberto Walsh, el periodista que encabeza la lista del periodismo argentino porque fue ultimado por él por la dictadura. De Osvaldo Bayer, ese gran hombre que siempre nos ha mostrado lo que fue la Patagonia rebelde, en esa lucha desgraciada que tuvieron los peones. De una Mercedes Sosa que llevó la voz argentina a todas las partes del mundo. De un Maradona que también nos ha llevado hasta el último rincón del mundo para saber quiénes éramos los argentinos. Y también me he dedicado a levantar figuras internacionales como la de Lula, la de Evo Morales, la de Julián Assange, que hoy está sufriendo injustamente la cárcel.
Descubrí que con los retratos uno puede decir muchas cosas con la expresión de lo que ponemos en cada uno de ellos. Sí, creo que lo logré, porque la gran intención que tengo, es levantar lo mejor de cada uno de ellos.
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