Mientras los porteños parten masivamente hacia los centros de veraneo, miles de turistas eligen Buenos Aires como destino de sus vacaciones y aprovechan la tranquilidad de las calles semidesiertas. Sólo entre enero y febrero de 2014, se espera la llegada de más de 340.000 viajeros internacionales, según datos del Observatorio del Ente de Turismo de la Ciudad.
Son, en su mayoría, turistas provenientes de países limítrofes, como Brasil, Chile y Uruguay, pero también europeos y norteamericanos. Toman clases de tango, recorren la arquitectura de los barrios en colectivo, subte o bicicleta; comen los platos típicos, hacen compras y disfrutan de la calurosa vida nocturna en bodegones o bares.
Los visitantes aprovechan para recorrer el centro porteño y la Plaza de Mayo, que ofrecen una calma inusual al ritmo frenético que se vive durante el año.
Otros, en cambio, que vienen con menos dinero, aprovechan las actividades gratuitas que ofrece la ciudad: recorren edificios y esculturas, van a museos y ferias, caminan por barrios históricos, pasean por la Costanera, se sacan fotos en los lagos, puentes y cascadas del Jardín Japonés, hacen la visita guiada que ofrece el Teatro Colón y toman sol en las “playas”, inauguradas hace unos días por el gobierno de la ciudad.
La llegada de turistas extranjeros trae beneficios económicos y estimula acciones culturales y sociales, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT).
En la ciudad, esto se refleja en la demanda de albergues, hoteles, hostels y alojamientos. También Puerto Madero, San Telmo y Recoleta son áreas de mucha demanda.
La mayoría de los turistas dijeron estar conformes con el alojamiento, sobre todo aquellos que se animaron a hospedarse en barrios como San Telmo.
Fuente: La Nación