Lo que cualquier automovilista sospechaba o padecía tiene una confirmación oficial: la hora pico del tránsito porteño se extendió tanto a la mañana como a la tarde. Es decir: para llegar temprano al trabajo, hay que salir antes. Y a la tarde, la cuestión tal vez no tenga solución: lo más probable es que el regreso a casa se demore.

 

Históricamente, la hora de más tránsito por la mañana se concentraba de 8 a 10. Hoy, con el ingreso de más de un millón de automóviles desde el Gran Buenos Aires, la hora pico comienza a las 7.30 y se prolonga hasta las 10.30. Lo mismo pasa a la tarde: la franja de tránsito denso se extendió hasta las 20, cuando históricamente a las 19.30 las calles ya estaban más aliviadas.

 

Las cifras fueron confirmadas por el subsecretario de Tránsito y Transporte del gobierno porteño, Guillermo Dietrich, cuyas estadísticas arrojan que cerca de 1,5 millones de autos circulan en la Capital cada día hábil.

 

“La saturación de los accesos provocó, indefectiblemente, la extensión de las horas pico, principalmente en los ingresos a la Capital durante la mañana. Hoy, quienes quieren evitar la hora pico tienen que levantarse a las 5. Antes no era así. Desde las 7.30, el tránsito es muy complicado, con 1,1 millón de autos que ingresan por día a la ciudad”, aseguró Dietrich.

 

El de la avenida 9 de Julio es el corredor más transitado de la ciudad. En promedio pasan por allí 9800 automóviles por hora. Mientras que la esquina de las avenidas del Libertador y Ramos Mejía, en Retiro, es la de mayor tránsito de la ciudad, ya que por allí pasan más de 13.000 autos por hora.

 

En el relevamiento que realizó la ciudad mediante un estudio por conteo vehicular en los principales accesos y avenidas, se desprende que Lugones es la segunda arteria más transitada de la ciudad, con 8800 autos por hora. La siguen Del Libertador (7000 autos por hora), Cabildo (5600 autos por hora) y el corredor del Bajo, que conforman las avenidas Leandro N. Alem y Paseo Colón (4800 autos por hora). La General Paz, según la concesionaria Ausol, a su vez, tiene un promedio de 12.000 autos por hora.

 

El estudio realizado por el gobierno porteño contabiliza solamente los automóviles particulares. La cifra, por lo tanto, no contempla el desplazamiento de camiones ni de las unidades del transporte urbano de pasajeros.

 

Entre las esquinas con mayor nivel de tránsito en la ciudad también se inscriben San Juan y 9 de Julio (Constitución); Sarmiento y del Libertador (Palermo); el Cid Campeador, donde cruzan de las avenida Gaona, San Martín, Ángel Gallardo, Honorio Pueyrredón y Díaz Vélez (Caballito), y Corrientes y 9 de Julio (San Nicolás).

 

De todas maneras, las esquinas consideradas más riesgosas para los peatones, porque tienen el mayor índice de accidentes viales, son Juan B. Justo y Santa Fe, en Palermo, y Acoyte y Rivadavia, en Caballito.

 

 

 

“Las vías de acceso de la ciudad están funcionando en su máxima capacidad. Es así: más autos no entran en las vías de circulación. Pero éste es un problema que tienen todas las grandes ciudades del mundo”, dijo Dietrich.

 

Al consultar al funcionario sobre cuál era la solución que prevé el gobierno para mitigar los embotellamientos, Dietrich comentó: “Todas las medidas relacionadas con la movilidad sustentable son claves para evitar el caos vehicular. Los carriles para el Metrobus, por ejemplo, tienden a mejorar el transporte público. Son medidas que van en contra de la congestión. Las bicicletas también podrían serlo, pero para eso hay que construir más vías exclusivas”.

 

La saturación de calles y avenidas en la ciudad crece en proporción a la suba del parque automotor, que el año pasado fue de un 5% más que en 2012. Y se agrava con los piquetes, las marchas, las obras viales y las fallas en los semáforos.

 

Las zonas más problemáticas para circular son el micro y macrocentro; principalmente, el Bajo porteño, donde más de 20.000 camiones utilizan los corredores que llevan al puerto de Buenos Aires.

 

Además, por la ciudad transitan 9920 colectivos, 35.000 taxis, 6000 remises y más de 250.000 motos, según la estadística oficial. Lo llamativo: hay sólo 1000 agentes en la calle para controlar este tránsito y están divididos en seis turnos. Consultado a Dietrich sobre si esta cantidad de agentes no era poca para cubrir toda el área -más aún, cuando la Policía Federal ya no se ocupa de las cuestiones viales-, es funcionario dijo: “Es cierto que hay que tener más agentes. A fines de año se sumarán otros 200. Y el año que viene, posiblemente, se incorpore otra tanda”.

 

Qué Dicen Los Urbanistas

 

Para los especialistas en el crecimiento y desarrollo de las ciudades, el caos de tránsito porteño también se replica en otras grandes urbes del mundo, aunque Buenos Aires tiene una particularidad: los piquetes.

 

Roberto Converti, arquitecto y urbanista, dijo: “Los imprevistos en la calle, los cortes no programados, es lo que complica más el tránsito. En las grandes ciudades, como Distrito Federal (México) o en San Pablo (Brasil), también se tardan tres horas para llegar de un punto a otro. Pero tienen más previsión. Las horas pico son las horas en que todos hacemos lo mismo y es lógico que esto ocurra. Ahora, Buenos Aires se pone difícil cuando hay alguien que nos dice que acá no se puede pasar porque hay uno que está tocando el bombo. El punto es cómo establecer una normalidad cuando los imprevistos que tenemos no son normales”.

 

Converti agregó: “También hacen falta más controles sobre el tránsito por parte de la Ciudad, porque todo el mundo hace lo que quiere y no pasa nada”.

 

Enrique Fornieles, arquitecto urbanista, comentó que “lo poco o lo mucho que se haga sobre el tránsito siempre será bueno para el caos que tenemos en Buenos Aires. El crecimiento del parque automotor en la ciudad ha colapsado el tránsito. La política de Estado que se lleva adelante va en la línea con la lógica de las grandes ciudades, como por ejemplo, el impulso del transporte público que se ha dado con el Metrobús. Falta mucho, pero ése es el camino”.

 

Respecto de los mayores problemas que hoy tiene el tránsito porteño, Fornieles dijo: “Los camiones no deberían entrar más a la ciudad, pero eso implica realizar cambios muy grandes, como mudar el puerto de Buenos Aires. Es importante dar esos pasos y no quedarse siempre en los cambios pequeños. Muchas de las arterias de la ciudad están ocupadas hoy por el transporte pesado. En otras ciudades del mundo, desde hace muchísimo tiempo los camiones sólo pueden ingresar durante la noche. Pero acá, increíblemente, nadie se animó a realizarlo”.

 

Por Pablo Tomino | LA NACION

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