Hasta el 1º de junio está abierta la gran exposición que recorre la producción de figuritas entre 1920 y 1990. Una buena parte de la memoria colectiva de los argentinos de varias generaciones se exhibe en esta verdadera muestra de cultura popular.

 

Estampas de la cultura popular y de la infancia, accesibles por unas monedas, las figuritas fueron y son muchas cosas. Elementos de juego, ventanas para saciar curiosidades, ladrillos para construir una obra llamada “álbum completo”, y objetos de trueque entre chicos, como para los grandes habían sido el maíz, el aguardiente y la sal, entre tantas otras cosas. Ahora y hasta el 1º de junio también son parte del porteño Palais de Glace-Palacio Nacional de las Artes, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, en donde se lleva adelante la muestra Difíciles eran las de antes: figuritas argentinas 1920-1990, con entrada gratuita, de martes a viernes de 12 a 20 y sábados y domingos de 10 a 20.

 

La planta baja del Palais de Glace, que hace más de cien años albergaba una pista de patinaje sobre hielo, contiene por estos días tanto figuras como sobres, publicidades y álbumes. La muestra es multicolor, variada y registra fenómenos populares de todo tipo: fútbol, descubrimientos científicos, animales, ciclismo, indios, soldados, actores, cantantes, personajes de ficción. A través de este caleidoscopio, He Man, Sandro, Heidi y Maradona se combinan con marcianos verdosos de uniformes con solapas muy puntiagudas, El Zorro, Larry de Los Tres Chiflados, Moria Casán y jugadores suplentes de Ferro de la década del ’40.

 

El planeta fútbol tiene un espacio clave en la muestra. Ya desde las primeras décadas del siglo XX se lanzaban figuritas de futbolistas, generalmente dentro de paquetes de cigarrillos y de chocolates, por lo que aquí se pueden encontrar reproducciones de jugadores de los clubes importantes en los años ’20, ya fueran River y Boca, o el hoy ya desafiliado Estudiantil Porteño.

 

A fin de cuentas, el poseedor de este tesoro, el historiador y librero Rafael Bitrán, comenzó su colección, ya de adulto, recuperando figuritas de jugadores de Boca. “El 99 por ciento de las figuritas de mi infancia las había perdido. Cuando con otros socios puse una librería a principios de los ’90, en Pueyrredón 731, me fui acercando de nuevo a estos materiales y me reencontré con el placer de ver cosas que antes había tenido”, explica.

 

Crack, Superfútbol, Sport, Libro de Estampas Argentina ’78, Ídolos y Pelé eran algunas de las colecciones con eje el mundo futbolero, con ejemplares que se reproducen en la muestra. Abundan las figuritas de los mejores jugadores de la época y también rarezas como las imágenes de los planteles de Deportivo Italiano y de Los Andes de los años ’60, o futbolistas sin especial brillo de Platense o Atlanta.

 

La muestra exhibe apenas una parte de la colección de Bitrán, que el año pasado publicó, junto a Francisco Chiappini, el libro Difíciles eran las de antes. Historia de las figuritas de fútbol en la Argentina (1910-2013). Hablando del tema, Bitrán revela qué imágenes le costó mucho conseguir: “Una de Carrascosa (nota del r: jugador de Huracán) del ’76, las de la selección de Zaire que jugó el Mundial de 1974 y una de La Mona Chita”.

 

Algunos álbumes contenían figuritas de mundos muy distintos; Cómicas de 1969, traía imágenes de Bugs Bunny, Popeye y Pedro Picapiedras pero además ofrecía “tarjetones de la conquista espacial”. Y Sport, de 1967, en sus páginas mezclaba a futbolistas con el actor Luis Sandrini, el ajedrecista Oscar Panno y las reproducciones de los presidentes argentinos. Probablemente esas combinaciones obedecieran a los intereses de los chicos, volátiles en cuestión de semanas, y por eso las colecciones trataban de contener abandonos ante la súbita aparición del aburrimiento. Eso podría explicar que en un álbum denominado Lejano Oeste, de 1962, figuritas de indios se codearan con señales de tránsito, Chaplin, la perra Lassie y el cantante Luis Aguilé.

 

Las imágenes también indican el cambio de actitudes culturales. En los ’20 y ’30, marcas de cigarrillos como Fontanares y Pour la Noblesse traían figuritas especialmente pensadas para chicos, algo hoy improbable, mientras que otras premiaban al que completaba el álbum, con pelotas, muñecas y bicicletas… Y guantes de box. Y la colección El mundo en guerra, de 1940, vendía como atractivos figuritas de “destrozos causados”.

 

Una de las joyas de la colección, como remarca Oscar Smoje, director del Palais de Glace (ver recuadro) es la serie Platos voladores al ataque de 1971, en la que la pluma de Alberto Breccia y las palabras de Héctor Germán Oesterheld narraban una invasión de extraterrestres con epicentro en Argentina. Así, se puede observar un dinosaurio mordisqueando un ómnibus como si fuera un caramelo, un caracol gigante en un jardín de San Isidro y un terremoto en Plaza de Mayo provocado por vibraciones

 

Los ojos no son las únicas partes del cuerpo con que se conectaban las figuritas. Las yemas de los dedos las tocaban, fueran para sacarlas del sobre con ansiedad, para jugar, pegar en el álbum o dárselas a otro en canje. Quizás por eso las imágenes aún hoy impacten, ya que el cuerpo tiene memoria tanto visual como táctil. Terciopelo, de 1971, un álbum pensado para chicas, ofrecía al sentido del tacto figuritas aterciopeladas que ilustraban la moda según las distintas épocas.

 

Otras, con brillantina, si bien apuntaban a la vista, también tentaban a pasar las puntas de los dedos por esos grumos plateados.

 

Describir toda la exhibición es tarea tan difícil como llenar un álbum. Por lo pronto, como señala Bitrán: “Acá se pueden conocer imágenes que uno pensaba que no existían, o tener la emoción de reencontrarse con las que uno tuvo y perdió. Yo quería compartir lo que tenía con la gente”. Las figuritas aletearon durante décadas y, hasta el primer día de junio, estarán posadas en pleno Recoleta.

 

Nota de Miradas al Sur

 

 

534ac811b86dc_200x133