La Orquesta Escuela Emilio Balcarce, un proyecto destinado a transmitir los diferentes estilos del género a los jóvenes, acaba de editar Mistonguero. Dirección de Emilio Lavallén.

 

Desde 2000, año en el que fue fundada, la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce desarrolla una labor encomiable con el fin de establecer vínculos generacionales que unan al pasado y al presente del tango. El objetivo principal de la orquesta escuela es restablecer la transmisión oral de conocimientos entre los maestros y los discípulos para abordar el género y aprender los diferentes estilos que caracterizan a la música de Buenos Aires.

 

Parte de la historia de su nacimiento está reflejada en la película de 2005 Si sos brujo: una historia de tango. En ella se muestra el recorrido que realizaron jóvenes intérpretes para dar inicio al proyecto y la convocatoria a los viejos maestros (en especial a Emilio Balcarce, factótum primordial del mismo) para conseguir el objetivo propuesto. Balcarce, junto con otros músicos, diseñó el programa de estudios y especialización que contemplaba el conocimiento de las diferentes vertientes de estilo con que distintos directores les dieron identidad a sus orquestas en los años dorados del género. Como muestra del resultado de la calidad y la seriedad del emprendimiento, se acaba de publicar Mistonguero, un nuevo trabajo discográfico a cargo de la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce dirigida por Víctor Lavallén.La placa se encuadra en la colección que produce TangoVía, el espacio de realizaciones editoriales y discográficas que forma parte del proyecto.

 

Producido por Ignacio Varchausky, director artístico de la orquesta, el álbum es un recorrido por el amplio universo del tango, en el que cada pieza muestra la característica que cada autor le impuso a su obra.

 

En el disco, interpretado por la décimo primera camada de la orquesta escuela, conviven temas de variadas procedencia estilísticas que se manifiestan en “La puñalada” de Castellanos y Flores, pasando por “Febril” de Rovira, “Tierra querida” de De Caro y Díaz, “Villeguita” de Piazzolla, “A la gran muñeca” de Ventura y Oses, “La llamo silbando” de Salgán, “Camandulaje” de Gobbi, “Bandoneón arrabalero” de Deambrogio y Contursi, “A la Orquesta Escuela de Tango” de Balcarce o “Chiqué” de Brignolo.

 

En todos los temas la orquesta (bajo la batuta de Lavallén, autor de “Mistonguero” y “Meridional”) se encarga de respetar los estilos, texturas y sonoridades de los arreglos originales concebidos por sus creadores. De esta manera se despliega una rica paleta de estilos en los que la interpretación no se transforma en una simple copia, sino que permite tanto a los músicos como al oyente apreciar las variadas características del tango y sus diversas variantes.

 

Con una presentación gráfica moderna, Mistonguero es la demostración cabal de que la idea de los impulsores de la orquesta escuela no estaba equivocada. Las once camadas que egresaron de ella y la cantidad de aspirantes que se acercan de todo el mundo para expandir sus conocimientos sobre el tango es una prueba incontrovertible de que el género puede apoyarse en su pasado para proyectarse en el presente y hacia el futuro.

 

Por: Carlos Salatino

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